Crítica:GASTRONOMÍA | LA SEMANA POR DELANTE

El peso de la costumbre

Unas instalaciones de hermoso tamaño, decoradas en un estilo clásico con fogonazos kitsch, conforman la parte visible de un restaurante que se caracteriza por la corrección en la comida y una excelente carta de vinos.

Abundantes denominaciones de origen y también sobradas referencias de casi todas ellas, unidas a un ajustado y profesional servicio -lejos de aquel que nos agobia con la fatuidad del saber enciclopédico vinícola- logran que acompañar la comida con una digna bebida sea un empeño de fácil consecución.

La carta de los sólidos, por el contrario, adolece de un cierto ado...

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Unas instalaciones de hermoso tamaño, decoradas en un estilo clásico con fogonazos kitsch, conforman la parte visible de un restaurante que se caracteriza por la corrección en la comida y una excelente carta de vinos.

Abundantes denominaciones de origen y también sobradas referencias de casi todas ellas, unidas a un ajustado y profesional servicio -lejos de aquel que nos agobia con la fatuidad del saber enciclopédico vinícola- logran que acompañar la comida con una digna bebida sea un empeño de fácil consecución.

La carta de los sólidos, por el contrario, adolece de un cierto adocenamiento, que se aprecia de forma singular en el apartado de las carnes y los pescados, que se limitan a los habituales entrecotes y solomillos -cuando no las chuletas o el cordero asado- en el primero de los epígrafes, o de pescados según mercado en el segundo, asumiendo así un concepto de asador que parecía alejado de las pretensiones gastronómicas del local.

LA CUINA DE BORO

Avenida Pío XII, 19. Valencia.

Teléfono 96 327 49 59

Parecida cuestión se plantea en el apartado de los arroces, en el que figuran de forma sobresaliente aquellos que como el llamado meloso de bogavante, el de marisco, o el del senyoret, se nos representan en cada lugar.

O en el de las entradas, entre las que se nos aparece el jamón, el queso, el bonito con ensalada de tomate o el foie de pato, acompañando a otras de mayor vigor creativo y más apetitosas, así sea para el oído.

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Lástima, insistimos, ya que las especialidades que probamos y que se salían de tan habitual listado, tales como el bacalao con pisto -por cierto, escasísimo-, el arroz con rape, cigalas y setas, y ante todo, el turnedó de manitas de cerdo, dejaron constancia de una experta y delicada mano en la confección de los platos.

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