Reportaje:

Galicia enseña sus joyas

El azabache, el oro y la plata son los materiales predilectos de orfebres y artesanos

Roberto Pampín, presidente de los orfebres de Compostela, siempre había vendido las tradicionales conchas de vieiras, hasta que en 2003 se percató de que suavizando la forma del souvenir preferido por los peregrinos, iba a tener más éxito no solo entre sus clientes autóctonos sino también entre los jóvenes. No se equivocó, y desde entonces, cuenta, hasta a los chavales les agrada el colgante con la vieira en oro o plata. "Antes, las conchas las compraban casi siempre las personas mayores, porque los jóvenes no querían ir con una vieira colgada al cuello", bromea el orfebre, que también ...

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Roberto Pampín, presidente de los orfebres de Compostela, siempre había vendido las tradicionales conchas de vieiras, hasta que en 2003 se percató de que suavizando la forma del souvenir preferido por los peregrinos, iba a tener más éxito no solo entre sus clientes autóctonos sino también entre los jóvenes. No se equivocó, y desde entonces, cuenta, hasta a los chavales les agrada el colgante con la vieira en oro o plata. "Antes, las conchas las compraban casi siempre las personas mayores, porque los jóvenes no querían ir con una vieira colgada al cuello", bromea el orfebre, que también ha sucumbido a la tentación del souvenir y vende santos y cruces en oro y plata, los materiales con los que suele trabajar. La obra de Pampín es una de las 200 piezas que se exponen en el Pazo de Fonseca de Santiago, que desde ayer acoge una muestra sobre las vías que los orfebres y joyeros gallegos encuentran para resistir en el mercado y expandir su obra al exterior.

Eloy Gesto trabaja como los artesanos de la Compostela medieval
Pampín cambió la forma de la vieira para atraer a clientes jóvenes

La exposición, Tesouros privados. A xoiería en Galicia, la organiza la Consellería de Economía para promocionar un sector "desconocido, pero que tiene mucho que ver con la identidad gallega", explica María García-Alén, comisaria de la muestra inaugurada ayer con la presencia de joyeros de renombre, como Eloy Gesto, artesano de la plata y el azabache, que se sigue trabajando casi de manera idéntica a cómo lo hacían en los viejos gremios de la Compostela medieval. "Su talla a mano hace prácticamente únicas las piezas, no tendría ningún sentido mecanizarlo", explica Pampín, que sí ha optado por una producción más industrial, apoyada en la tecnología y el diseño por ordenador, para sus nuevas piezas.

Entre las que existen desde hace siglos y las que emergen para contentar a públicos de todas las edades y condiciones, los profesionales de la joyería dividen en cuatro los caminos hacia los que avanza el sector. El primero, el de toda la vida, sigue más vivo en nunca en Santiago con los 45 negocios, familiares en su mayoría, que trabajan el azabache, el oro y la plata a la antigua usanza. En el caso de la piedra negra, asequible y muy atractiva, los métodos de fabricación apenas han cambiado. El mineral llega de Asturias -en Galicia no lo hay- y se talla a mano, porque además es muy frágil y se resquebraja con facilidad. Eso sí, muchos de los que siguen en el negocio son los más veteranos del oficio: "Los jóvenes tienen una visión más empresarial", explica García Alén.

Pero incluso para los que han optado por una joyería mecanizada, industrial, las referencias al pasado son obligadas. "Hay una tendencia que viene de la tradición pero que evolucionó hacia nuevas formas", describe Elena Fabeiro, gerente de la Fundación da Artesanía e do Deseño, colaboradora de la muestra. Un tercer grupo de joyeros, los más jóvenes, huyen de la plata y el azabache y ensayan con madera, papel vidrio o plástico. Son los mismos, explica Fabeiro, que empiezan a despuntar en las ferias internacionales de Francia, Alemania y Suíza, los países que absorben la incipiente exportación de joyas gallegas.

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La alta joyería ya es otro mundo. Tiene también su cabida en Tesouros privados, y en el mapa gallego cuenta con sus máximos exponentes en el municipio de Bergondo, también representado en la exposición. Los joyeros prefieren no hablar de precios, "aunque la joyería no tiene por qué ser cara", les explica García-Alén a algunos políticos presentes, como Javier Guerra, conselleiro de Economía; Gerardo Conde Roa, candidato del PP a la alcaldía compostelana, y Pilar Farjas, titular de Sanidade, entusiasmada con un collar de cuentas de castaña. Eran los visitantes más ilustres de una muestra que quiere demostrar que joyería se puede hacer con casi todo: entre las rarezas estaba un collar de piel de visón que llamó la atención de la conselleira, encantada también con los torques de la sección de alta joyería.

Javier Guerra presumió en su alocución a orfebres y autoridades de que en joyería Galicia es "pionera" y hasta hizo referencia a la cultura castrexa como simiente del factor del adorno. Más reciente en el tiempo, ciudades como Santiago siguen teniendo una actividad envidiable: el 90% de las joyas que se venden en Santiago se elaboran en la propia ciudad y el paso de los años, pese a la pérdida de maestros artesanos, no ha sido del todo malo para el sector. "El Xacobeo nos ha beneficiado mucho, porque los turistas siempre vienen a vernos, y compran", asegura Roberto Pampín. En 2008 y 2009 hubo un pequeño bajón en cuanto a ventas -"la gente no estaba tan dispuesta a gastar", cuenta- pero aun así los comercios resisten sin dificultades. "Y eso que las joyas no son pan, siempre serán un producto prescindible", confiesa.

Algunas de las joyas expuestas desde ayer en el pazo de Fonseca de Santiago.ÓSCAR CORRAL

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