Crítica:MÚSICA / Discos

El mariachi de un lobo herido

¿Uniformidad rockera, dijo alguien? Nick Urata, el cantante e ideólogo de Devotchka, nos espera en una terraza disfrutando del sol vespertino de Madrid y embutido en una camiseta de la selección italiana de fútbol. Nadie lo imaginaría de un tipo de Nueva Jersey afincado en Denver, pero en algo se le tiene que notar que es nieto de un siciliano que contrajo matrimonio de conveniencia con una gitana. Y que se toma la molestia de seguir la pista al Barça de Guardiola, por mucho que el balompié siga siendo una disciplina deportiva exótica en Estados Unidos. "Bien pensado, mi atuendo de esta tarde ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

¿Uniformidad rockera, dijo alguien? Nick Urata, el cantante e ideólogo de Devotchka, nos espera en una terraza disfrutando del sol vespertino de Madrid y embutido en una camiseta de la selección italiana de fútbol. Nadie lo imaginaría de un tipo de Nueva Jersey afincado en Denver, pero en algo se le tiene que notar que es nieto de un siciliano que contrajo matrimonio de conveniencia con una gitana. Y que se toma la molestia de seguir la pista al Barça de Guardiola, por mucho que el balompié siga siendo una disciplina deportiva exótica en Estados Unidos. "Bien pensado, mi atuendo de esta tarde sirve como ejemplo de nuestra alergia a las clasificaciones", reflexiona este hombre que canta como un lobo herido y capitanea una formación deliciosa con ecos de fanfarria y mariachi. Devotchka toma su nombre de un término ruso ("chicas jovencitas") popularizado por Anthony Burgess en La naranja mecánica y labró su fortuna con la música para películas como Pequeña miss Sunshine o Todo está iluminado. "Hubo un tiempo en que nuestra alineación instrumental resultaba estrafalaria", se sonríe con gesto de niño travieso. "Cuando empezamos solo se concebía que empleases guitarras, teclados y batería, y en cambio nosotros apostamos por acordeones, tubas o trompetas. Hoy, en cambio, un acordeón resulta molón y modernete, como una exposición de fotografías en blanco y negro".

A la chita callando, Devotchka ha convertido su gypsy punk impregnado de bolero o burlesque en un plato admirado entre la modernidad urbana. "Provenimos de conservatorios y en aquel entorno se llevaban las manos a la cabeza cuando comenzaron a escucharnos", rememora Urata, "pero ahora ya presumen de nosotros. El éxito modifica las percepciones". Sus influencias, de tan dispares -griegas, eslavas, fronterizas, cantautoriles-, dan como resultado un cancionero que a veces no parece pertenecer a un solo grupo. "Es una sensación que nos encanta", confiesa el líder del cuarteto. "Me gusta que nuestros conciertos recuerden a esas casetes variadas que todos nos grabábamos para el coche o las listas de reproducción que ahora elaboramos en el iPod".

La buena estrella de Devotchka comenzó cuando el tema central de su disco How it ends (2004) terminó utilizándose como sintonía del videojuego Gears of war 2. Su entrega discográfica más reciente, A mad and faithful telling, confirma ahora una propuesta encantadora en su radical concepción de la heterodoxia. Y eso que podrían ser más populares si hubieran aceptado la oferta de McDonalds para utilizar otra composición suya, Dearly departed, en una campaña publicitaria televisiva. "Fue estúpido decir que no, perdimos dinero", admite Nick, "pero se trataba de una canción muy personal y romántica. No hubiera podido conciliar el sueño si el mundo la llega a conocer acompañando las imágenes de un plato de costillas. Lo del videojuego", bromea, "aún tiene un pase. Soy un adicto a los juegos online. Constituyen una enorme pérdida de tiempo, pero se hacen amigos. Y, en el caso de Gears of war, a esos amigos no les queda más remedio que escuchar la música de Devotchka...".

A mad and faihtful telling está publicado en Anti/Pias

"El éxito modifica las percepciones", dice Nick Urata, líder de Devotchka.