Análisis:

El 'profe'

Cuando estrenaron Breaking bad, que en España emite Paramount Comedy, y contaban de qué iba la serie, lo primero que se te ocurría era que los guionistas ya no saben qué hacer para que su producto no se parezca demasiado al del vecino, que es igual que 20 más. La escena de salida presentaba a un profesor de química a quien le diagnostican un cáncer terminal y decide aprovechar su lado alquimista para entrar en el gran negocio de la droga y dejar a su familia a resguardo de cualquier intemperie económica.

En Weeds ya hay otra estupenda vecina dedicada a este tráfico, aunque...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Cuando estrenaron Breaking bad, que en España emite Paramount Comedy, y contaban de qué iba la serie, lo primero que se te ocurría era que los guionistas ya no saben qué hacer para que su producto no se parezca demasiado al del vecino, que es igual que 20 más. La escena de salida presentaba a un profesor de química a quien le diagnostican un cáncer terminal y decide aprovechar su lado alquimista para entrar en el gran negocio de la droga y dejar a su familia a resguardo de cualquier intemperie económica.

En Weeds ya hay otra estupenda vecina dedicada a este tráfico, aunque con una mercancía y un mercado más doméstico.

Tres temporadas después, la gente de Breaking bad han demostrado que no buscaban el espectáculo de lo insólito sino, en todo caso, aprovecharlo para tejer con inteligencia una trama de apasionante envergadura. Lo más llamativo es que el héroe, el pobrecito maestro, no está del lado del Bien. Cansado de ser un buen padre, esposo y maestro sin ninguna recompensa por ello, decide, a última hora, vengarse. Aprovechará la química que sabe para montar un laboratorio de anfetas y ganar mucho dinero, el que ya habría merecido. En el planeta de la buena gente los bussines son más discretos y él emigra hacia otro territorio moral en el que prospera cínicamente, sin adherirse.

El aprendizaje de los nuevos códigos es complicado y tenso. Particularmente memorable es el capítulo en que su ayudante quiere asesinar a unos tipejos que emplean niños para sus crímenes. El profesor se lo desaconseja, mitad por antiguos escrúpulos, mitad porque teme la réplica del jefe. Pero finalmente, para salvar a su colega, será él mismo quien los zurza a balazos, sin contrición, satisfecho. Bryan Cranston, el actor que interpreta al personaje, nos devuelve aquellos rostros esculpidos, muy biografiados, del mejor cine negro.

Una agria fábula sobre la virtud y sus improbables premios, el rentable acomodo en otros territorios morales y la construcción de una nueva ética dentro de un gremio particularmente ponzoñoso. Ya hay prometida la cuarta temporada. Se hará interminable esperarla.

Archivado En