Reportaje:CHIRINGUITOS | verano

Los restos del tesoro de Orson Welles

El chiringuito Manaca se construyó en 1972 sobre los restos de una cabaña que se construyó para el rodaje de la película La isla del tesoro, de John Hough, protagonizada por Orson Welles.

Se encuentra en una zona de difícil acceso y representa la cara opuesta del bullicio de la vecina Mojácar, término municipal al que pertenece. Ocupa un rincón de una playa de afluencia media con pequeñas calas rocosas.

El chiringuito, después de pasar por diferentes manos, tan solo conserva de La isla del tesoro el nombre de la ensalada Orson Welles, con base de lechuga y frutas cu...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El chiringuito Manaca se construyó en 1972 sobre los restos de una cabaña que se construyó para el rodaje de la película La isla del tesoro, de John Hough, protagonizada por Orson Welles.

Se encuentra en una zona de difícil acceso y representa la cara opuesta del bullicio de la vecina Mojácar, término municipal al que pertenece. Ocupa un rincón de una playa de afluencia media con pequeñas calas rocosas.

El chiringuito, después de pasar por diferentes manos, tan solo conserva de La isla del tesoro el nombre de la ensalada Orson Welles, con base de lechuga y frutas cubiertas por salsa rosa. Sin embargo, los más curiosos pueden encontrar en la red social Facebook el legado en imágenes de 1972.

Abre de diez de la mañana a ocho de la tarde ofreciendo desayunos, tapas, almuerzos y copas. Los galanes que hace traer Gonzalo Martínez -propietario desde hace dos años de Manaca- de la pescadería que regenta el esposo de la alcaldesa de Mojácar y el gambón de Garrucha son algunos de los platos típicos a los que se suma la paella, opción familiar muy común en este chiringuito situado a pie de playa.

Su ubicación es recóndita y el acceso de vértigo. Desde el desvío a Playa Macenas hay que circular unos 3,5 kilómetros hacia el Sur por una carretera de rally de primera y alcanzar esta zona en la que no existen, de momento, problemas de aparcamiento.

Rodeado de esparto, una chumbera y vegetación autóctona, entre la que se esconden los animados grillos que avisan del calor que se avecina, Manaca se convierte en un oasis de madera en el que repostar junto a sus amplios cristales desde los que se divisa la costa. Después del almuerzo muchos clientes frecuentan una pequeña cala a tres minutos a pie desde el chiringuito en la que poder echar una siesta y practicar nudismo. De cine.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En