Análisis:

Charleta

Habría que ponerle un nombre a la charleta entre el conductor del telediario y el redactor de deportes. La entradilla de besugos, el palique sin fondo, algo en esa línea. Empezaron a hacerlo los de Telecinco y se propagó con tal virulencia que se ha convertido en una norma de estilo no escrita. Por ejemplo, la conductora se ríe por primera vez en media hora de telediario, gira la cabeza hacia su derecha y dice: "Bueno, Cifuentes, parece que el Hércules está decidido a subir a Primera cueste lo que cueste". Y Cifuentes, que tenía previsto abrir con los saltos de esquí, pone una mueca de tierra ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Habría que ponerle un nombre a la charleta entre el conductor del telediario y el redactor de deportes. La entradilla de besugos, el palique sin fondo, algo en esa línea. Empezaron a hacerlo los de Telecinco y se propagó con tal virulencia que se ha convertido en una norma de estilo no escrita. Por ejemplo, la conductora se ríe por primera vez en media hora de telediario, gira la cabeza hacia su derecha y dice: "Bueno, Cifuentes, parece que el Hércules está decidido a subir a Primera cueste lo que cueste". Y Cifuentes, que tenía previsto abrir con los saltos de esquí, pone una mueca de tierra trágame y responde: "Así es, Justina, y más aún le va a costar al equipo español hacerse con el oro en los saltos de esquí que se celebran...".

Momento en el cual se da la vuelta hacia la cámara y ahí te quedas con el Hércules, Justina, bonita.

Los realizadores de los espacios de noticias tienen alergia a la improvisación, como parece lógico. En un telediario todo está medido con esmero -lo que se tarda en leer un párrafo, hasta dónde solapa el vídeo con la voz en directo del locutor, a qué altura vuela la cámara de ambiente-, todo, excepto el palique sin fondo, que se deja a merced de una fortuna que no abunda. La idea debe ser que parezca una charla espontánea y distendida, un guiño informal que reduzca la presión informativa para recalar en el lado amable de la noticia. Pero la solución no es soltar ahí a los dos periodistas a ver si se les ocurre algo en ese momento. Para que un diálogo quede espontáneo hay que escribirlo en el guión.

Así podríamos ver intercambios de esta altura: "Cifuentes hoy trae cara de resaca. A ver, Cifuentes, ¿qué estuviste celebrando anoche?" "Hace tanto que no me acuerdo", contesta. "Pues ¿qué vas a seguir celebrando esta noche?". "Nunca hago planes con tanta antelación", responde.

El diálogo está fusilado de Casablanca, pero nadie se suele acordar de esa escena. Cuando esa fórmula se agote, siempre se podrá imprimir un giro imprevisto como el que sigue, tomado de Sopa de ganso: "A ver, ¿qué trae usted hoy, Cifuentes?". "Escoja una carta de este mazo". "Ya está, ¿y ahora qué hago con ella?". "Puede quedársela, tengo otras 39".

Como último recurso, queda la posibilidad de suprimir la charleta. Si la gente lo que quiere ver son los goles.

Archivado En