Columna

Macondo

Para ir a Macondo, a la finca que se llama Macondo, cerca de Aracataca, donde nacieron Gabriel García Márquez y Cien años de soledad, tienes que ir a Santa Marta, donde murió Bolívar. Por eso, por ser tan bolivariano el sitio, se encontraron allí, parece, los presidentes de Colombia y de Venezuela, Juan Manuel Santos y Hugo Chávez.

Por eso, por ser tan bolivariano el sitio, y porque querían hacer las paces. La guerrita diplomática (no podía ser sino diplomática, dijo Fidel Castro, que sabe de esto) duró un suspiro televisado: comenzó al lado de Maradona (ahí la declaró el preside...

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Para ir a Macondo, a la finca que se llama Macondo, cerca de Aracataca, donde nacieron Gabriel García Márquez y Cien años de soledad, tienes que ir a Santa Marta, donde murió Bolívar. Por eso, por ser tan bolivariano el sitio, se encontraron allí, parece, los presidentes de Colombia y de Venezuela, Juan Manuel Santos y Hugo Chávez.

Por eso, por ser tan bolivariano el sitio, y porque querían hacer las paces. La guerrita diplomática (no podía ser sino diplomática, dijo Fidel Castro, que sabe de esto) duró un suspiro televisado: comenzó al lado de Maradona (ahí la declaró el presidente venezolano: al lado de Diego y en la tele) y terminó porque Colombia cambió de manos. Y tenía que acabar cerca de Macondo, porque macondiana es su naturaleza.

Si García Márquez hubiera descrito la escena televisiva de ayer (yo la vi en el telediario de TVE-1) en su libro más famoso, la gente seguramente hubiera creído que estaba escribiendo otra fábula como las que incrusta sobre el hielo, las mariposas o las grandes piedras en ese libro universal. ¿Fábula? Casi todo lo que está escrito ahí pasó, o daría la impresión que pasó, en aquella geografía de desmesura y de milagros.

Pues no solo existieron el hielo y las mariposas, sino que también existió lo de Maradona y lo de ayer: puro Macondo desmesurado, en el que lo que parece mentira también parece verdad, o alucinación. Hay un personaje en Aracataca, Nelson Noches, que cree que Gabito (así llama él a García Márquez) va a jugar con él al ajedrez en secreto todas las madrugadas.

Me gusta ver los telediarios imaginando que una noticia y otra tienen que ver. Esta vez quise imaginar a Chávez (y a Santos) hablando en lugar tan macondiano en ese gíglico sustancioso que inventa el trío Primital Bros, que apareció luego en el informativo. Como los novelistas Luis Alemany, Cabrera Infante o Julio Cortázar, los Primital Bros han hecho de las palabras eufónicas pero inexistentes elementos de un discurso que no entienden ni ellos. Cuando se oye a Chávez en la televisión, que es el medio que más le gusta, sería bueno que le quitaran su voz y pusieran invenciones como las de Primital Bros. Y que le filmaran en Macondo, para que pareciera de verdad.

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