La Politécnica trabaja en un herbicida a base de plantas aromáticas

La idea es sencilla: se coge tomillo, thymus capitatus, y se le escurre el aceite para usarlo de herbicida. Y funciona, la mala hierba ni asoma fuera de sus semillas. El Instituto Agroforestal del Mediterráneo (IAM), adscrito a la Universidad Politécnica de Valencia, anunció ayer que las plantas aromáticas típicas del Mediterráneo, como el tomillo o el romero, contienen compuestos útiles en la lucha contra las malas hierbas.

Lo han comprobado de dos maneras, la primera sacando el aceite a sus hojas, como si fueran aceitunas, y la segunda hirviéndolas a modo de infusión. Los resul...

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La idea es sencilla: se coge tomillo, thymus capitatus, y se le escurre el aceite para usarlo de herbicida. Y funciona, la mala hierba ni asoma fuera de sus semillas. El Instituto Agroforestal del Mediterráneo (IAM), adscrito a la Universidad Politécnica de Valencia, anunció ayer que las plantas aromáticas típicas del Mediterráneo, como el tomillo o el romero, contienen compuestos útiles en la lucha contra las malas hierbas.

Lo han comprobado de dos maneras, la primera sacando el aceite a sus hojas, como si fueran aceitunas, y la segunda hirviéndolas a modo de infusión. Los resultados obtenidos hasta ahora muestran que: uno, el experimento funciona en el laboratorio (en la mítica placa de Petri, la que se coloca bajo la lente de los microscopios) y en pequeños cultivos de invernadero; dos: funciona mejor el herbicida a base de aceite que en infusión y tres, el mejor aceite es el del tomillo.

Mercedes Verdeguer, investigadora del IAM, explica que ahora toca probarlo en extensiones mayores. "De momento el aceite ha funcionado muy bien en el laboratorio, porque no se dispersa", argumenta. La técnica que usan los trabajadores del IAM consiste en colocar, sobre la base de una placa de Petri, un papel de filtro, algo más grueso que el de los folios. Lo humedecen y luego añaden el aceite o la infusión y colocan la semilla de la planta arvense, la mala hierba, que no crece. "Ahora tenemos que probarlo en el campo", anuncia Verdeguer.

Las cápsulas del futuro

La investigadora, que aprovecha esta investigación para su tesis doctoral, aclara que aún quedan cosas por hacer, por ejemplo, cómo solucionar la aplicación de su trabajo en cultivos de exterior a gran escala. "Tenemos que comprobar si nuestros resultados funcionan también en el campo", aclara, "allí, el aceite y el agua mezclan peor que el laboratorio [donde usan cámaras de germinación, unas neveras regulables en luz y temperatura]". Una de las posibilidades que maneja su equipo de trabajo para un futuro cercano es la encapsulación, es decir, distribuir el producto en pequeñas cápsulas a lo largo y ancho del cultivo, aunque de momento es solo una posibilidad. Mientras tanto, seguirán estudiando qué componentes químicos habitan estas plantas aromáticas que machacan las malas hierbas.

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