Ni contigo ni sin ti

ESTATUAS

Dice el Libro de Estilo que las dificultades del periodista para obtener información no son noticia. Ya, pero algunas merecen ser contadas. Ya no sabemos qué inventar para que algunos políticos nos hablen. Para qué, dicen ellos, si ya tienen sus discursos televisados, sin preguntas, sin moscones. Así que hay que ingeniárselas. Y hacer cosas absurdas.

Para Francisco Camps, el caso Gürtel no existe. Lo llama "el lío". Por eso huye de los periodistas. Somos gente rara, que se empeña en preguntar por algo que no existe. Así que solo queda una solución: acecharle. Un día...

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Dice el Libro de Estilo que las dificultades del periodista para obtener información no son noticia. Ya, pero algunas merecen ser contadas. Ya no sabemos qué inventar para que algunos políticos nos hablen. Para qué, dicen ellos, si ya tienen sus discursos televisados, sin preguntas, sin moscones. Así que hay que ingeniárselas. Y hacer cosas absurdas.

Para Francisco Camps, el caso Gürtel no existe. Lo llama "el lío". Por eso huye de los periodistas. Somos gente rara, que se empeña en preguntar por algo que no existe. Así que solo queda una solución: acecharle. Un día visitaba con Mariano Rajoy una exposición en el Marq, el museo de la diputación de Alicante: La belleza del cuerpo en la antigua Grecia. Un espectáculo. Por supuesto, Camps no iba a atender a la prensa, ni siquiera para hablar de cuerpos griegos. Así que solo quedaba una solución: esperarle detrás de las estatuas para saltar por sorpresa a la llegada de la comitiva. Y preguntar.

Primero, un saludo y un quiebro. Luego, una sonrisa nerviosa y molesta. En la tercera estatua, un comentario sobre las elecciones europeas en ciernes. "Vamos a arrasar, al menos 12 puntos de diferencia, ya verás". Y arrasaron, prueba inequívoca, para Camps, de que Gürtel no existe. Hubo que esperar a la cuarta escultura para sacar el "lío". Era una enorme esfinge de Tebas. Salto por sorpresa y... ¡Habló de Gürtel! Sin micrófonos, claro, pero menos da una piedra: "¡Eso de los trajes no os los creéis ni vosotros!". Parece poca cosa, pero es mucho si piensan que mentaba algo que no existe. Se molestó un poco por el asalto, eso de esconderse detrás de estatuas, lo admito, no está bien, y menos para preguntar por cosas delicadas. ¡Qué poca vergüenza!

No son las únicas efigies que trabajamos. En el Congreso nos dividimos los bustos de los próceres de la patria. Cualquiera que lo haya visitado sabe que el hemiciclo es muy pequeño, pero hay un lugar para todo. Los diputados de la derecha se juntan en torno al busto de Antonio Cánovas del Castillo. Los de la izquierda merodean el de Julián Besteiro. Y nosotros, acechando detrás. Ya sé, tiene que haber formas más normales de hablar. Estamos trabajando en ello, que diría Aznar, pero va para largo.

La esfinge de Tebas que sirvió de parapeto en Alicante es la misma que le preguntó a Edipo: ¿cuál es el ser vivo que camina a cuatro patas al alba, con dos al mediodía y tres al atardecer? El hombre, contestó, que de niño gatea, de joven camina y de viejo se apoya en un bastón. Lo que no le dijo es que además es el único animal capaz de morir o matar -políticamente- por un traje con trabilla italiana.

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