Entrevista:ALMUERZO CON... MARTA SANTOS PAIS

"Luchar por los niños no es empleo, es misión"

Marta Santos Pais coge a España y a Portugal, las rebautiza como Iberia y se acabaron las fronteras. Y no mete a Italia en el mismo saco de milagro. Quien ha vivido en muchos sitios sabe que las identidades tienen aduanas imprecisas. Ella nació a orillas del Duero, en la parte portuguesa, hija de un juez y de una maestra, y se crió como lo hacen los mediterráneos: en familia, alrededor de una buena mesa. A los 58 años ha encontrado "el mejor estatus de la vida: ser abuela", pero todo el Atlántico le separa de sus dos nietos lisboetas, salvo en Navidad, verano y otras ocasiones de guardar. Ahor...

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Marta Santos Pais coge a España y a Portugal, las rebautiza como Iberia y se acabaron las fronteras. Y no mete a Italia en el mismo saco de milagro. Quien ha vivido en muchos sitios sabe que las identidades tienen aduanas imprecisas. Ella nació a orillas del Duero, en la parte portuguesa, hija de un juez y de una maestra, y se crió como lo hacen los mediterráneos: en familia, alrededor de una buena mesa. A los 58 años ha encontrado "el mejor estatus de la vida: ser abuela", pero todo el Atlántico le separa de sus dos nietos lisboetas, salvo en Navidad, verano y otras ocasiones de guardar. Ahora vive en Nueva York y trabaja como representante especial de Naciones Unidas sobre la violencia contra la niñez, asunto al que ha dedicado varios lustros. Ella quería ser pediatra, pero acabó de jurista.

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Las delicias de varias capas, sabores, texturas y colores con que el camarero inicia el "banquete" le llenan la boca de halagos, pero no le nublan el objetivo de esta comida: la infancia y los derechos humanos. "Eso no es un empleo, es una misión: se trata de reducir la distancia entre el ideal y la realidad". Y la realidad es que millones de niños son víctimas de abusos sexuales y otros muchos de trabajos esclavos. "Y eso no es prioridad para los Gobiernos, como sí lo es la vejez, por ejemplo". De eso ha venido a hablar en unas jornadas de la ONG Proyecto Solidario. Y a contar que "cada vez hay más niñas combatiendo en guerras, porque las armas son muy ligeras, como se cuentan también por millones los niños, varones, sobre los que se abusa sexualmente".

A las miserias conocidas se suman otras invisibles que se ocultan tras las puertas de las casas y de los colegios de los países avanzados y sobre ellas quiere también llamar la atención: el acoso escolar, los malos tratos familiares, los inquietantes centros de protección de menores. "Y algunas prácticas que creíamos superadas en nuestros países y que viajan con la inmigración, como los matrimonios forzados, las tareas domésticas en jornadas agotadoras. La disparidad está creciendo, una quinta parte de los niños que viven en países ricos está en la pobreza".

Sobre la mesa hay paté, sardinas desespinadas y alguna chuchería de lujo que sirve de tránsito al segundo plato. Santos Pais no es capaz de dejar el paté: "Cuando volvamos al trabajo, no les digamos lo que hemos comido", bromea.

Como la conversación sigue por derechos humanos, guerras, niños que desaparecen, que huyen a otros países, salta el asunto del juez Garzón: "Yo le admiro mucho y es un hombre muy respetado entre los que trabajan por los derechos humanos, por su gran compromiso", dice. "Nuestro lema es que no hay paz sin justicia; si no se identifican las responsabilidades y se combate la impunidad, si se disfraza la realidad, se acaba pagando más tarde".

El intenso tráfago neoyorquino quizá le ha servido para compatibilizar con soltura una buena charla sin perder bocado. Aunque el prepostre, al que siguen el postre y el postpostre, agotan al más perseverante, a ella, no. "No tengo hambre, pero voy a seguir", se ríe. La comida y la familia. "En algunas encuestas que hemos hecho, los niños identifican con la palabra privación, sobre todo, no poder estar más tiempo con la familia, no poder comer con sus padres", dice. Y apura un último sorbito de su agua con gas.

Santos Pais ha logrado el mejor estatus de su vida: "Ser abuela".G. LEJARCEGI

Locum. Toledo

- Turrón de paté: 16 euros

- Sardinas: 12.

- 2 de atún marinado: 44.

- Mazapán: 6.

- Chocolate con regaliz: 6

- Cerveza y agua con gas: 6.

Total: 90 euros.

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