Columna

Spartacus

Así se llama la serie de Canal +, que completa la testosterona mundialista con un pellizco de historia antigua. Indicada para los que abrazan la novela histórica con el deseo en mente de instruirse deleitándose. Latinizar el nombre ha sido imprescindible, no vaya a creer alguien que es el biopic de un torero. Discurre más por la veta de Roma o los Tudor, pero con estética de los éxitos en cine de Gladiator o 300. Tontea sin miedo con los anacronismos, especialmente cuando se aprecian los pechos de silicona y demás retoques; por más que se reconozca la categoría de la medicina en ...

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Así se llama la serie de Canal +, que completa la testosterona mundialista con un pellizco de historia antigua. Indicada para los que abrazan la novela histórica con el deseo en mente de instruirse deleitándose. Latinizar el nombre ha sido imprescindible, no vaya a creer alguien que es el biopic de un torero. Discurre más por la veta de Roma o los Tudor, pero con estética de los éxitos en cine de Gladiator o 300. Tontea sin miedo con los anacronismos, especialmente cuando se aprecian los pechos de silicona y demás retoques; por más que se reconozca la categoría de la medicina en la Antigua Roma, no hay datos de que ninguna corporación dermoestética triunfara en el año 100 antes de Cristo. También choca escuchar a un personaje maldecir "por la polla de Júpiter". Suena como ver hacer las pinturas de Altamira con tubos de spray.

La era de los romanos nos viene fenomenal para saciar el hambre de hiperviolencia, siempre en versión videojuego, donde el dolor es fotogénico. Latigazos de estética sado, espadazos sobre escudos que echan chispas, gente cosiéndose su propia herida, todo ello bajo cielos generados por ordenador que subrayan los estados de ánimo como psicología meteorológica. Un montón de cachas lustrosos practican en el ludus, entre polvo y aceite corporal, suspirando porque alguien invente de una vez los extensores de pectorales de la teletienda. Al matrimonio perverso de los Batiato, que marca a sus esclavos a fuego, las criadas los calientan antes de hacer el amor con toqueteos y lametazos, como un coche de carreras en boxes.

Pese a que el insumiso Espartaco tiene toda nuestra simpatía, y más aún en tiempos de esclavitud a los fondos bancarios, la serie más que un fresco histórico es una fantasía caliente para aquel piloto de Aterriza como puedas que sentaba a un niño en su regazo y le preguntaba: "¿Has estado en una sauna? ¿Te gustan las películas de romanos?". El culto al cuerpo es intrínseco al péplum, pero la sobredosis de anabolizantes acerca demasiado al humano al dibujo animado. El bello protagonista australiano Andy Whitfield, modelo antes que actor, está en tratamiento por una grave enfermedad, y mientras se recupera se planea una segunda temporada como precuela anterior en el tiempo.

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