EL RINCÓN

Una mesa entre barras y espejos

Una mesa en medio del estudio de danza, multiplicada por los espejos, rodeada de un sinfín de objetos. Podría parecer una metáfora de la creación, las dos vertientes que confluyen en la elaboración de una obra. Pero para la bailaora Eva Yerbabuena (Francfort, 1970) es algo más elemental, sencillamente la considera indispensable para crear un espectáculo: "Las obras surgen aquí; luego, en el estudio, se construyen". Quizás por ello, ni en ese entorno donde las ideas se convertirán en movimiento le puede faltar una. Acerca de este mueble, exhibe un interés que sorprende y que la lleva a referir ...

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Una mesa en medio del estudio de danza, multiplicada por los espejos, rodeada de un sinfín de objetos. Podría parecer una metáfora de la creación, las dos vertientes que confluyen en la elaboración de una obra. Pero para la bailaora Eva Yerbabuena (Francfort, 1970) es algo más elemental, sencillamente la considera indispensable para crear un espectáculo: "Las obras surgen aquí; luego, en el estudio, se construyen". Quizás por ello, ni en ese entorno donde las ideas se convertirán en movimiento le puede faltar una. Acerca de este mueble, exhibe un interés que sorprende y que la lleva a referir que, según el feng shui, las ovaladas son propicias para que fluya la energía y las cuadradas para activarla.

El tablero que tiene en su oficina de Dos Hermanas (Sevilla) es rectangular y en él echa en estos días las horas para poner en pie Cuando yo era, su próximo trabajo, del que apenas ha escrito las primeras líneas de la sinopsis: "La vida prácticamente es una anécdota, donde el trigo puede ser oro y el oro trigo. Y en este caso quiero aventar las anécdotas, inventadas, recordadas o vividas". Es la séptima obra de su creación y se estrenará los días 5 y 6 de octubre en el Teatro de la Maestranza, en la XVI Bienal de Flamenco de Sevilla. Será la sexta que presente en la cita hispalense desde que en 1998 lo hiciera con Eva, su primer trabajo tras crear compañía propia con un único argumento: "La puesta en valor del flamenco como danza de primer nivel". Desde aquel año se han sucedido cinco trabajos más y no pocos premios, entre ellos el Nacional de Danza en 2001. La última de estas creaciones, Lluvia, que se estrenó en el Festival de Jerez (2009), le ha reportado uno de los reconocimientos más valorados por la artista, el de sus compañeros de profesión. Por Lluvia, un trabajo de melancolía y madurez, Yerbabuena ha recibido el Max al mejor espectáculo de danza y el de mejor intérprete femenina. En 2005 recibió idénticos premios Max por Eva: a cal y canto, y en 2006 repetiría como mejor intérprete por su trabajo en A cuatro voces. Cuando se le pregunta por estos reconocimientos no olvida la disciplina que defiende: "No solo me enriquece a mí y a la compañía, sino a todos los que están en el flamenco". Y reivindica su forma de entender su papel en este arte: "Cualquier reconocimiento a uno de los tres pilares del flamenco -el cante, el toque y el baile- ya bastaría, pero si también se valora algo en lo que además hay teatro y danza en general, pues mejor". Palabras que refuerzan su apuesta por aunar todos esos valores en sus obras. "Y cada vez con menos miedo de que alguien pueda decir que eres menos flamenca por ello", remata.

"Las obras surgen en la mesa; luego, en el estudio, se construyen", cuenta Eva Yerbabuena.GARCÍA CORDERO

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