Necrológica:

Doris Eaton Travis, la última y mítica 'chica Ziegfeld'

Formó parte de un conocido grupo de danza-espectáculo de Broadway

Llegar a 106 años se dice pronto, pero se cuentan con los dedos las personas que lo consiguen. Y aún menos las que con 104 pueden presumir de subirse a un escenario y bailar. Doris Eaton Travis tuvo esa suerte, aunque el telón final que cerró una vida marcada por su pertenencia al grupo de bailarinas del teatro neoyorquino Ziegfeld Follies cayó el pasado 11 de mayo.

Nacida en 1904 en Norfolk, (Virginia), creció en una familia donde el espectáculo y las celebridades de la época se daban cita. En el piano de su casa tocaba George Gershwin, y el aviador Charles Lindbergh pasaba de cuando e...

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Llegar a 106 años se dice pronto, pero se cuentan con los dedos las personas que lo consiguen. Y aún menos las que con 104 pueden presumir de subirse a un escenario y bailar. Doris Eaton Travis tuvo esa suerte, aunque el telón final que cerró una vida marcada por su pertenencia al grupo de bailarinas del teatro neoyorquino Ziegfeld Follies cayó el pasado 11 de mayo.

Nacida en 1904 en Norfolk, (Virginia), creció en una familia donde el espectáculo y las celebridades de la época se daban cita. En el piano de su casa tocaba George Gershwin, y el aviador Charles Lindbergh pasaba de cuando en cuando a tomar copas durante la prohibición.

Con cinco años, Eaton debutó con un montaje titulado La danza de Cupido. Y con 13 ya ganaba más dinero bailando que su padre como linotipista. Todas sus hermanas eran bailarinas, cuatro de ellas fueron chicas Ziegfeld y cinco pisaron otros escenarios de Broadway.

A los 14 años, mediante un engaño, engatusó a los dueños del Ziegfeld Follies, la versión americana de la revista musical Folies Bergère de París, y consiguió un contrato como corista y bailarina. Pronto comenzó a sustituir a la estrella principal. Un año más tarde ya conseguía números de protagonista. "Era belleza y elegancia, como las pinturas francesas donde se mostraban cuerpos de mujer", dijo Doris Eaton de aquellas míticas producciones que brillaron en Broadway desde 1907 hasta 1931 y que vivieron su época dorada durante los años del jazz y el charlestón, y entraron a formar parte de ese Nueva York hoy legendario que tan bien retrató F. Scott Fitzgerald.

Pero ella quiso seguir aprendiendo y decidió buscar trabajo en el cine. Participó en algunas películas mudas, pero pronto regresó a los escenarios y tomó parte en diferentes espectáculos musicales.

Durante unos años se instaló en la costa oeste y fue parte del montaje Hollywood Music Box Review. Fue allí donde conoció al que sería el primer gran amor de su vida, Nacio Herb Brown, quien junto a Arthur Freed compuso la célebre Cantando sobre la lluvia. Doris fue la primera en cantarla, en 1929, 11 años antes que Judy Garland y dos décadas antes de que Gene Kelly la convirtiera en un clásico universal. La relación con Brown se prolongó de forma intermitente durante ocho años.

De vuelta en Broadway, en plena depresión económica, cuando las oportunidades comenzaban a escasear, Arthur Murray, un conocido profesor de danza, la contrató como profesora de claqué.

Su relación profesional duraría más de 30 años: Doris Eaton Travis pasó de profesora a directora del estudio y de ahí la enviaron a Michigan para abrir sucursales que gestionaba como franquicias. Uno de sus alumnos, Paul Travis, la cortejó durante 11 años, hasta que ella accedió a casarse. Su matrimonio duraría cinco décadas. Hace apenas dos meses, Doris, que regresó a vivir a Nueva York tras la muerte de su esposo en 2000, aún se dejó ver bailando en una gala de beneficencia del grupo Broadway Cares. Se disculpó por no poder levantar las piernas a lo chica Ziegfeld.

Doris Eaton Travis, en 2008, en Miami.AP

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