Crítica:LA LIDIA

Pundonor y buen gusto

Si el joven segoviano Víctor Barrio mata bien al sexto de la tarde, hoy estaríamos hablando de una salida a hombros por la puerta grande, un premio, a todas luces, excesivo, pero que le hubiera estimulado por su pundonor, su buen gusto, su valor seco, y su excelente disposición. Parece un novillero diferente, alejado de la sosería actual, y, aunque no pueda afirmarse aún que sea un exquisito, es variado con capote y muleta, lo que es muy de agradecer en los tiempos que corren.

Recibió a su primero en el centro del anillo por tafalleras, hizo un quite por aromáticas verónicas, comenzó su...

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Si el joven segoviano Víctor Barrio mata bien al sexto de la tarde, hoy estaríamos hablando de una salida a hombros por la puerta grande, un premio, a todas luces, excesivo, pero que le hubiera estimulado por su pundonor, su buen gusto, su valor seco, y su excelente disposición. Parece un novillero diferente, alejado de la sosería actual, y, aunque no pueda afirmarse aún que sea un exquisito, es variado con capote y muleta, lo que es muy de agradecer en los tiempos que corren.

Recibió a su primero en el centro del anillo por tafalleras, hizo un quite por aromáticas verónicas, comenzó su faena de muleta de rodillas en los medios, y muleteó al noble novillo con soltura, cuajó algunos naturales largos, hondos y elegantes. No se amilanó ante el sexto, más dificultoso, que embestía con la cara alta y el viaje muy corto. Lo citó en el centro para un pase cambiado por la espalda, y aguantó con frialdad la violencia de su oponente. Sin perderle la cara, le enseñó al novillo el camino de la embestida y lo metió en la muleta con algunos naturales enjundiosos que abrigaban la esperanza de un nuevo trofeo.

Rehuelga / Parralo, Barberán, Barrio

Novillos de Rehuelga, bien presentados, mansos y sosos; nobles tercero y quinto.

Alejandro Parralo: media baja y tendida (silencio); cuatro pinchazos y casi entera baja (pitos).

Salvador Barberán: bajonazo (silencio); dos pinchazos, media y un descabello (pitos).

Víctor Barrio: estocada baja (oreja); media baja y perpendicular -aviso- y estocada (vuelta).

Plaza de Las Ventas, 13 de junio. Novillada fuera de abono. Algo menos de media entrada.

Garbosos los ayudados por bajo finales abrochados con un desplante torero. La espada cayó baja antes de cobrar una estocada y, a pesar de los buenos ánimos de los numerosos partidarios que lo acompañaban, el presidente no concedió, acertadamente, el pasaporte a llegar a hombros a la calle de Alcalá. Quede constancia, no obstante, de su buen hacer, de sus maneras que apuntan toreo del bueno, de su afán de triunfo, y, sobre todo, de su coraje. Si sigue ese camino, la tarde de ayer le puede valer más de lo que imagina.

¿Qué se puede esperar de un chaval con 25 años cumplidos, que lleva cinco como novillero con caballos y que ayer, por fin, debutó en Las Ventas? Pues, que venga a armar un alboroto, que se deje la vida en el empeño y alcance ese triunfo gordo que impulse definitivamente su carrera. Pero este es el sueño imposible. La realidad es que Alejandro Parralo no vino a confirmar una trayectoria, sino a buscar una oportunidad a la desesperada. La flauta no sonó, y dejó la impresión de que era la última. Su cara ya no es la de un niño, y sus pobres maneras no admiten justificación.

Caso muy parecido es el de Salvador Barberán. Lleva cuatro años buscando la gloria, y el quinto novillo se la ofreció por su bondad y nobleza. Al torero le faltó oficio y seguridad en ese y ante el soso segundo. En resumen, que lo que no puede ser, no puede ser por más que uno se empeñe en lo contrario. Parralo y Barberán son ya hombres hechos y derechos que deben dar un nuevo rumbo a sus vidas. Ayer, la esperanza se llamó Víctor Barrio.

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El novillero Víctor Barrio, triunfador de la tarde en Las Ventas, da un derechazo a su primer toro.GORKA LEJARCEGI

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