Reportaje:

Un Giro caótico y salvaje

Una fuga descontrolada destroza a los favoritos, que pierden casi 13 minutos, y devuelve a la escena a Arroyo, Tondo y Sastre

Cuando se escapa el pelotón, el líder debe estar ahí, dice una ley no escrita del ciclismo cuya desobediencia suele acarrear consecuencias no deseadas. Ayer, en la interminable (262 kilómetros) y penosa travesía de los Abruzos, montañas desiertas azotadas por la lluvia helada y el viento, se escapó el pelotón. Por trozos. Una treintena en el kilómetro 20, otros tantos un poco más allá: 56 juntitos en el 34. El líder, el ya no tan terrible Vinokúrov, rosa empapado, desatendió sus obligaciones y no se metió entre ellos.

Las no deseadas consecuencias le empaparon gota a gota. Él y otros, c...

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Cuando se escapa el pelotón, el líder debe estar ahí, dice una ley no escrita del ciclismo cuya desobediencia suele acarrear consecuencias no deseadas. Ayer, en la interminable (262 kilómetros) y penosa travesía de los Abruzos, montañas desiertas azotadas por la lluvia helada y el viento, se escapó el pelotón. Por trozos. Una treintena en el kilómetro 20, otros tantos un poco más allá: 56 juntitos en el 34. El líder, el ya no tan terrible Vinokúrov, rosa empapado, desatendió sus obligaciones y no se metió entre ellos.

Las no deseadas consecuencias le empaparon gota a gota. Él y otros, como Evans, Nibali, Basso, Scarponi y así, los que habían reducido un Giro caótico y salvaje, y muy frío, a una lucha entre ellos y que ahora, a falta de las grandes montañas, se ven fatigados, desplazados en la clasificación, contemplando la resurrección de corredores a quienes daban por muertos, como Sastre, o con quienes no contaban, como Arroyo, un veterano resistente, o Tondo, brillante escalador que se presentó a lo grande en la última París-Niza.

"Todos me miraban y nadie hacía nada", se lamenta Vinokúrov, el líder derrocado

"Todos me miraban y nadie hacía nada", dijo Vinokúrov, quien, a mitad de etapa, al pie del Rionero Sannítico, ya pudo ser consciente de la magnitud de su desgracia. El pelotón en fuga le aventajaba en 17m 50s. A su grupo, una banda que, pocos kilómetros de desgaste más allá, contaba con menos ciclistas que el de la fuga, también sometido a la erosión.

El triunfo de la escapada, un incendio incontrolable que recordó aquella de media hora del Tour de 2006, la de Montélimar que dio el maillot amarillo a Pereiro mientras Landis miraba a su alrededor, puso en evidencia la sospechada debilidad del Astana y el BMC, los equipos de Vinokúrov y Evans, incapaces del mínimo control, y la irresponsabilidad de sus directores: de Martinelli, el del Astana, que guiará a Contador en el Tour; de Lelangue, el del BMC, el que guiaba a Landis; de Amadio, el del Liquigas de Basso y Nibali, enfrascados en una partida de póquer en la que todos iban de farol.

Las cartas, los ases, estaban delante. Se llamaban Sastre, que empezó el día a 10m de Vinokúrov y lo terminó octavo en la general, con 2m 49s de ventaja sobre él, 4m sobre Evans y 4m 40s sobre Basso; Arroyo, ahora segundo; Amador, el joven costarricense que descubre el Giro con el Caisse d'Épargne...

Casi 13m después del ruso Petrov, ganador de la etapa, y del australiano Porte, nuevo maglia rosa, llegó el grupo de los grandes. Derrotado, con el aire con el que suele llegar el autobús de los que no aspiran más que a sobrevivir. Este, el verdadero, llegó a 46m 30s, 41 ciclistas fuera de control que fueron repescados.

Undécima etapa (Lucera-L'Aquila, 262 kilómetros): 1. E. Petrov (Rus. / Katusha), 6h 28m 29s. 3. C. Sastre (Cervélo), a 5s. 8. D. Arroyo (C. de É.), m. t. 9. X. Tondo (Cervélo), m. t. General: 1. R. Porte (Aus. / Saxo Bank), 45h 30m 16s. 2. D. Arroyo, a 1m 42s. 4. X. Tondo, a 3m 54s. 8. C. Sastre, a 7m 9s.

Carlos Sastre, durante la etapa de ayer.AP

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