Crónica:ATLÉTICO 0 - SEVILLA 2 | Quinta Copa sevillista

Ganó el serio, cayó el alegre

Un Sevilla muy fiable conquista el título ante un Atlético tan ilusionado como estresado

El equipo más fiable, y puede que también más experto y aburrido, ganó una final de Copa que comenzó de manera muy divertida y acabó como el rosario de la aurora por un calentón muy repetido en situaciones extremas: Capel se cayó ante la entrada de Perea, que anticipó fuerte y bien, y se armó la de Dios es Cristo. Hubo más que zarandeos, salieron los suplentes y auxiliares del Sevilla y pareció que Agüero agarraba a uno por el pescuezo. El árbitro solucionó el altercado con el correspondiente fuera de banda y ahí se acabó el lío y se desbravó el Atlético, falto de aire, que no de ilusión y de ...

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El equipo más fiable, y puede que también más experto y aburrido, ganó una final de Copa que comenzó de manera muy divertida y acabó como el rosario de la aurora por un calentón muy repetido en situaciones extremas: Capel se cayó ante la entrada de Perea, que anticipó fuerte y bien, y se armó la de Dios es Cristo. Hubo más que zarandeos, salieron los suplentes y auxiliares del Sevilla y pareció que Agüero agarraba a uno por el pescuezo. El árbitro solucionó el altercado con el correspondiente fuera de banda y ahí se acabó el lío y se desbravó el Atlético, falto de aire, que no de ilusión y de fútbol. La jugada subrayó, en cualquier caso, la intensidad y emoción que siempre tiene la Copa, también con un cartel inédito.

ATLÉTICO 0 - SEVILLA 2

Atlético: De Gea; Ujfalusi, Perea, Domínguez, Antonio López; Reyes, Assunção (Raúl García, m. 59), Tiago, Simão (Jurado, m. 59); Forlán y Agüero. No utilizados: Joel; Valera, Juanito, Camacho y Salvio.

Sevilla: Palop; Konko, Squillacci, Escudé, Luna; Navas, Zokora, Renato (Lolo, m. 92), Capel (Perotti, m. 87); Kanouté y Negredo (Romaric, m. 67). No utilizados: Varas; Navarro, Stankevicius y Rodri.

Goles: 0-1. M. 4. Capel recoge un rechace al borde del área y bate desde la frontal a De Gea con un gran disparo. 0-2. M. 90. Navas se va por velocidad de Domínguez, regatea a De Gea en el área y marca.

Árbitro: Mejuto González. Amonestó a Renato, Luna, Squillacci, Ujfalusi y Kanouté.

Camp Nou: 98.772 espectadores.

El árbitro solucionó los zarandeos con un fuera de banda tras una tangana
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La trayectoria avalaba al Sevilla y suyo fue el trofeo en el Camp Nou, el mismo escenario en el que edificó su triunfo final después de ganar en octavos al campeón Barça. Aquella noche marcó Capel, un chico que pasó por la Masia, y ayer volvió a resolver el extremo, protagonista para lo bueno y para lo malo, un punto por debajo del excelente Navas. Al Atlético de nada le sirvió ser más jovial y juguetón, más futbolero. No pudo repetir el doblete de los noventa. Le dio mil vueltas al partido y no dio con la portería ante un rival que asumió la condición de favorito dado por su presidente hasta las últimas consecuencias. Aguantó el Sevilla en el campo y en el fondo norte, en situación de inferioridad, dispuesto a batirse como un campeón.

Ningún torneo provoca la movilización social de la Copa, ni hay competición que depare liturgias tan insospechadas, como se apreció en el Camp Nou. El estadio del Barça, habitualmente más mágico que intimidador, expresión del barcelonismo y del catalanismo, apareció ruidoso y muy colorido, lúdico y festivo, salpicado de banderas españolas, pintado de rojo y blanco. Rugía la afición del Atlético, mayoritaria, y cantaba la del Sevilla, muy flamenca, tocada con el sombrero andaluz puesto de moda por su presidente, mientras en el palco que habitualmente preside Joan Laporta, declarado independentista, se escuchaba el himno de España, que sonó corto y rápido. El príncipe Felipe, aficionado del Atlético, presidió la final por ausencia del rey Juan Carlos, convaleciente de su intervención.

Los futbolistas se contagiaron del ambiente vertiginoso. La final tuvo un tono optimista, nada especulador ni angustioso, como pasa tantas veces, seguramente porque los dos equipos se sentían aliviados después de cumplir sus objetivos: el Sevilla alcanzó la Champions en el último minuto y el Atlético ganó la Liga Europa la semana pasada. Se imponía un encuentro dinámico, de ida y vuelta, terreno abonado para las delanteras, por encima de las defensas. No habían pasado cuatro minutos y ya se habían contado tres ocasiones y un gol: Navas tiró, el balón dio en Domínguez y el rechace lo engatillo Capel con la zurda. También Ujfalusi también tuvo el gol cantado para el Atlético y su triple remate solo encontró a zagueros del Sevilla.

Aunque le faltó continuidad en el juego, el Atlético siempre estuvo en el partido por su capacidad para protagonizar jugadas episódicas: dos muy interesantes, además de la de Ujfalusi, antes del descanso. Agüero se arrancaba de nuevo y no supo colar la pelota con la portería franca y Forlán, selectivo, exigió en un remate muy difícil a Palop. Al Sevilla le redimieron sus dos centrales, muy aplicados, y finalmente Palop, fallón en los centros laterales pero solvente bajo palos. Las llegadas del Atlético fueron más cuantiosas que las del Sevilla, que solo pudo aumentar su renta en un remate muy franco de Squillacci.

El descanso no alteró el paisaje. Volvió a la carga el Atlético y aguardó el Sevilla, un equipo que ha perdido energía y, sin embargo, mantiene un buen oficio competitivo. A veces, sin embargo, el currículo no sirve cuando se enfrenta a rivales con el entusiasmo del Atlético, generoso, menos clarividente, estresado. Le faltó un punto de lucidez para rematar un partido que se trabajó con los titulares y con los suplentes. Los cambios de Quique Sánchez Flores le permitieron mantener sus expectativas y el Sevilla se encomendó a la contra y a la estrategia. El indultado Negredo dispuso de la pelota que podía cerrar la final, un mano a mano con De Gea, y perdió la ocasión porque remató mal y le aguantó bien el portero.

La final había quedado a merced del creativo Jurado al tiempo que el Sevilla se encomendaba a Romaric. Atacaba el Atlético y se defendía el Sevilla, a favor de marcador, experto y menos irregular que el Atlético, confiado en un gesto de sus artistas. Agüero y Forlán no comparecieron y Navas, un canterano como Capel, sentenció en el último minuto tras una pérdida de pelota rojiblanca. El Atlético fue demasiado ingenuo frente a un rival puesto y fiero, más selectivo y certero, acostumbrado a marcar al inicio y al final, en la Liga y en la Copa, cuando mayor es la dificultad. Al cántico del "Arrebato", los hinchas festejaron a su equipo mientras la afición rojiblanca homenajeaba a su Atlético en un epílogo estupendo de la final La Copa es tan bonita que conquistó también al Camp Nou.

Kanouté y sus compañeros alzan el trofeo, alborozados, y se lo ofrecen a sus seguidores.ALEJANDRO RUESGA

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