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El rescate de Grecia abre una etapa desconocida en la Unión Europea

Grecia está a punto de tomar parte en un gran experimento de austeridad. El Gobierno griego y sus socios de la Unión Europea parecen haber aceptado el desafío helénico. Está previsto que el lunes se anuncie un nuevo plan, grande y estricto, de ayuda a cambio de sacrificios.

Grecia recibirá entre 100.000 y 120.000 millones de euros a lo largo de tres años, suficiente para financiar las necesidades de financiación del país sin recurrir al mercado. A cambio, el Gobierno griego realizará grandes recortes, y renunciará a gastos equivalentes al 11% de su PIB. La edad de jubilación aumentará d...

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Grecia está a punto de tomar parte en un gran experimento de austeridad. El Gobierno griego y sus socios de la Unión Europea parecen haber aceptado el desafío helénico. Está previsto que el lunes se anuncie un nuevo plan, grande y estricto, de ayuda a cambio de sacrificios.

Grecia recibirá entre 100.000 y 120.000 millones de euros a lo largo de tres años, suficiente para financiar las necesidades de financiación del país sin recurrir al mercado. A cambio, el Gobierno griego realizará grandes recortes, y renunciará a gastos equivalentes al 11% de su PIB. La edad de jubilación aumentará de los 53 a los 67 años.

La dura postura de Alemania -que la ayuda debería estar condicionada a reformas serias- parece haber tenido éxito. Pero los políticos de la UE deberían haber obligado a Grecia a adoptar una austeridad genuina el pasado noviembre, cuando el déficit presupuestario previsto para 2009 se duplicó hasta el 13% del PIB. La demora ha dado a los inversores tiempo para desarrollar situaciones de contagio por toda la zona euro cada vez más temibles.

En cuanto a los griegos, los recortes llegan con una o dos décadas de retraso. No se trata de los tremendos sacrificios económicos necesarios en tiempo de guerra, sino sólo de un esfuerzo para conseguir que el Gobierno y la nación vivan dentro de sus posibilidades. El plan previsto ya está calmando los nervios del mercado. Los miedos a una quiebra bancaria en Grecia y al contagio de la zona euro deberían desaparecer ahora. Pero aunque la crisis inmediata se ha evitado, los problemas de Grecia no se han resuelto. Primero, no está claro que el pueblo griego, en particular los poderosos sindicatos del país, se traguen la medicina. Acabarían siendo mucho más pobres si se rechaza la ayuda financiera del extranjero. Pero los años de política fiscal débil dan a entender que enfrentarse a la realidad económica no es uno de los puntos fuertes del país.

Luego está la carga de la deuda, que Standard & Poor's calcula que alcanzará el 124% del PIB para finales de este año. Esta carga podría volverse más pesada a medida que las bajadas de los sueldos necesarias para equilibrar los libros de cuentas del Gobierno reduzcan tanto el PIB como la recaudación de impuestos.

Es muy posible que aún sea necesaria una reestructuración de la deuda griega. Pero, incluso si una medida así fuera ineludible, unas reformas fructuosas dejarían al país en mejor forma después.

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