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La reforma financiera, más cerca

Un buen ganador puede permitirse ser misericordioso. Esto ayuda a explicar por qué la presencia del presidente Barack Obama el jueves en Wall Street fue un acontecimiento más alegre que su visita anterior. Incluso asistieron los jefes de los bancos, confiados en que no les caería una bronca como la del otoño pasado, cuando brillaron por su ausencia. Ahora que parece que la legislación para la reforma financiera tiene asegurada su aprobación, el presidente sólo necesitaba rubricar el acuerdo.

El discurso de septiembre de 2009 lo pronunció el Obama director de escuela. Los bancos que no c...

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Un buen ganador puede permitirse ser misericordioso. Esto ayuda a explicar por qué la presencia del presidente Barack Obama el jueves en Wall Street fue un acontecimiento más alegre que su visita anterior. Incluso asistieron los jefes de los bancos, confiados en que no les caería una bronca como la del otoño pasado, cuando brillaron por su ausencia. Ahora que parece que la legislación para la reforma financiera tiene asegurada su aprobación, el presidente sólo necesitaba rubricar el acuerdo.

El discurso de septiembre de 2009 lo pronunció el Obama director de escuela. Los bancos que no cambien sus hábitos imprudentes (una palabra que se usó cuatro veces) lo harán "por su cuenta y riesgo". Según el presidente, la banca estaba afectada por los "bonos hinchados" y la querencia por las "víctimas rápidas". El duro lenguaje era un intento de reavivar la indignación pública y recobrar el impulso para intensificar la vigilancia.

Pero las cosas son diferentes ahora, gracias en gran parte a la reciente demanda presentada contra Goldman Sachs por la Comisión de Bolsa y Valores (SEC). La medida judicial, independientemente de sus méritos, ha afianzado aún más la impresión de que el sector está fuera de sí. El proyecto de ley que llevaba un tiempo dando vueltas seguramente aterrizará en el escritorio de Obama esta primavera para su firma.

Así que, en esta ocasión, se trataba del Obama doctor aconsejando a unos banqueros descarriados. Dijo que la reforma es "por el bien de nuestro sector financiero". Para demostrarlo, el presidente citó con una sonrisa un artículo de la época de la Gran Depresión sobre banqueros estúpidos que en aquel momento estaban preocupados por que los seguros de depósitos echarían a perder su sector.

Obama aconsejó con delicadeza a Wall Street que llamara a sus perros de presa -sus lobbistas en Washington- y se suba a un tren que está a punto de partir y dejarle en tierra. El discurso también sirvió como argumento final dirigido a la opinión pública estadounidense. No cabe duda de que Obama teme una repetición de la reforma del sistema sanitario, que se aprobó por los pelos y sigue siendo un tema que divide a los votantes.