Reportaje:

Presos de los años ochenta

Un 30% de los internos en tratamiento en las cárceles es adicto a la heroína

"O no formulamos bien la pregunta o no somos totalmente honestos". El interrogante que Manuel Moreno no es capaz de plantear es cómo dejar la heroína. La duda de este preso es si realmente tiene intención de hacerlo. En Andalucía, un irrisorio 0,05% de la población está en tratamiento por adicción a la heroína. En las cárceles es otra cosa. El 30% de los reos en tratamiento está enganchado al caballo, según Instituciones Penitenciarias. Se fumaron los años ochenta de un suspiro. Ahora la inhalan con base de cocaína. Rebujo, lo llaman.

En 2009, un total de 4.216 ciudadanos ...

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"O no formulamos bien la pregunta o no somos totalmente honestos". El interrogante que Manuel Moreno no es capaz de plantear es cómo dejar la heroína. La duda de este preso es si realmente tiene intención de hacerlo. En Andalucía, un irrisorio 0,05% de la población está en tratamiento por adicción a la heroína. En las cárceles es otra cosa. El 30% de los reos en tratamiento está enganchado al caballo, según Instituciones Penitenciarias. Se fumaron los años ochenta de un suspiro. Ahora la inhalan con base de cocaína. Rebujo, lo llaman.

En 2009, un total de 4.216 ciudadanos iniciaron tratamiento en los ambulatorios de la comunidad. En las cárceles, 4.400 presos requirieron atención médica. La vena ya no se toca. Ni dentro ni fuera de los barrotes. En la prisión de Sevilla ningún interno participó el año pasado en el programa de jeringuillas. En la provincia sólo las solicitaron 14 personas.

La vena ya no se toca. Ni dentro ni fuera de los barrotes

Menos del tabaco, Moreno asegura que está limpio. De heroína, cocaína, pastillas, porros... Hasta de metadona. A este interno de tercer grado de Sevilla I le brillan sus decididos ojos verdes al decirlo. Sin embargo, no se atreve a afirmar que lo ha dejado. Ya no. Es reincidente. Por delitos (seis veces entre rejas) y por adicción (drogadicto desde los nueve años). Con 42, se ríe con facilidad, habla sin freno, parece optimista, pero también es su mayor juez: "Mis dificultades son la prepotencia y la autosuficiencia de creerme que no iba a volver a caer".

Casi 1.900 personas entraron el año pasado en el programa de metadona de la cárcel de Sevilla. Tres cuartas partes acababan de entrar en prisión. Sólo 70 eran mujeres. La población flotante del centro ronda los 1.400 internos, pero a lo largo del año hay nuevas admisiones para desintoxicarse. Desde la subdirección de Tratamientos del centro sostienen que, en general, son politoxicómanos. Sin embargo, la Consejería de Igualdad, que gestiona los tratamientos, afirma que en las cárceles sevillanas, el 83% de los internos en tratamiento son heroinómanos. Lo que sucede es que esta adicción acarrea dependencia de otras drogas.

Desde la prisión admiten que la mayoría son drogodependientes detenidos por robos. Sin embargo, los psicólogos del centro no ven relación directa entre delito y consumo. "Aquí sólo están los pobres". Con los presos trabaja el Centro Provincial de la Drogodependencia apoyado por las asociaciones. En Sevilla, son 35 voluntarios de la federación Liberación. Su coordinadora, Belén Flores, sí establece un vínculo entre infracción penal y drogodependencia. "La mayoría son delincuentes funcionales: roban para costearse la droga".

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Moreno admite que ha robado. "Quién no". Le echa la culpa a la policía, "por no detener a más traficantes", y a la sociedad, "por mirar a otra parte". "La Organización Mundial de la Salud cataloga a los drogodependientes como enfermos", comenta. Tras el dato, sentencia y lamento: "Esto es el cosmos de la inadaptabilidad del toxicómano. Yo quería jugar a los muñequitos cuando era niño... y me lo perdí".

Manuel Moreno, preso en la cárcel de Sevilla.PÉREZ CABO

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