Don Quijote y los Balcanes

Un país que ha escrito El Quijote tiene que ser muy receptivo. Es lo que se dijo el escritor, director y actor Hadi Kurich cuando en 1992 decidió huir de su país, la ex Yugoslavia comunista que, para entonces, se desintegraba a golpe de cañonazos. Sus décadas de trabajo entre bambalinas se fueron al traste ante la barbarie que cundió en los Balcanes. Atrás quedaba su etapa al frente del Teatro Nacional de Sarajevo. Por delante, una carrera por rehacer en un país, España, del que este escritor de 48 años no conocía ni la lengua.

Sin embargo, Kurich daba ayer el pistoletazo de sali...

Un país que ha escrito El Quijote tiene que ser muy receptivo. Es lo que se dijo el escritor, director y actor Hadi Kurich cuando en 1992 decidió huir de su país, la ex Yugoslavia comunista que, para entonces, se desintegraba a golpe de cañonazos. Sus décadas de trabajo entre bambalinas se fueron al traste ante la barbarie que cundió en los Balcanes. Atrás quedaba su etapa al frente del Teatro Nacional de Sarajevo. Por delante, una carrera por rehacer en un país, España, del que este escritor de 48 años no conocía ni la lengua.

Sin embargo, Kurich daba ayer el pistoletazo de salida a la 27ª edición de las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro de Almería con Don Quijote, revisión de la novela de Miguel de Cervantes, obra que trasciende barreras temporales y espaciales y que, precisamente, fue la primera que adaptó a su llegada a España. Desde entonces, el Kurich que exhibió ayer en el Auditorio Maestro Padilla su visión idealizada del hidalgo como encarnación de la esperanza, se volcó con su compañía Teatro de la Resistencia en abrir al público contemporáneo una ventana por la que asomarse al teatro de los siglos XVI y XVII, género sobresaliente en la época de mayor esplendor de las letras españolas.

La familia Gutiérrez Caba recibirá el homenaje de la cita andaluza

La 27ª edición ha visto reducido su presupuesto en un 40%

"Para una sociedad en la que cualquier tiempo pasado parece deleznable, sorprende la atención que se presta al Siglo de Oro, que sigue vivo, pero que necesita ser revalorizado", sostiene sobre un patrimonio cultural sin parangón Antonio Serrano, director de las jornadas, que, hasta el próximo 1 de mayo, pasearán por Almería capital, Roquetas de Mar, Vícar, Tabernas y Senes lo mejor de las artes escénicas de una época inigualable.

Las jornadas rinden homenaje a la familia Gutiérrez Caba, sin la que quedaría coja la memoria teatral y cinematográfica del último siglo. Los hermanos Emilio y Julia, miembros de la cuarta generación de la estirpe, estarán en Almería el 16 de abril, cuando se les rendirá tributo durante la inauguración del ciclo de conferencias que se desarrollará en las jornadas. La primera de estas sesiones ahondará en estas dos figuras del cine y el teatro, que conversarán sobre su carrera y orígenes con el director del Museo Nacional del Teatro, Andrés Peláez.

Entre los platos fuertes de la cita almeriense, que incluye 11 representaciones y un nutrido programa de actividades (recitales, pasacalles y sesiones de radioteatro), se encuentra el preestreno de Ricardo III, de William Shakespeare, el 24 de abril en el Teatro Auditorio de Vícar. Se trata del nuevo montaje de Atalaya, compañía que por primera vez bucea en la obra del dramaturgo inglés. Atalaya estrenará tres días después en el Teatro Lope de Vega de Sevilla su nuevo montaje, que está dirigido por Ricardo Iniesta. Otra de las grandes apuestas de las jornadas es La Celestina, de Fernando de Rojas, que se representará con títeres.

La muestra ha visto caer en un 40% su presupuesto tras estar al borde de echar definitivamente el telón por las reticencias de sus patronos a crear una fundación gestora. El presupuesto de 2009 se elevó a 140.000 euros. Y el de 2010 es de 90.000 euros.

La cita también incide en los grandes olvidados del Siglo de Oro, entre ellos el teatro breve, que se reivindicará con la representación de Los negros, del granadino Simón Aguado. Todo ello, con el objetivo de difundir y, así, revitalizar un año más un teatro con mayúsculas que, como recuerda Serrano, si no se ve no es teatro.