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El gobernador saca el mazo

Fernández Ordóñez lee la cartilla a las cajas y a los políticos y prepara cambios en la ley

Es habitual que en los discursos de los gobernadores del Banco de España (BE) no se dé puntada sin hilo. Sus mensajes se reparten entre los análisis y recomendaciones en materia macroeconómica y la actividad reguladora y supervisora de las entidades financieras. Luego el gobernador de turno concede al cargo su estilo propio. Y el actual, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), cumple ese papel a su manera salvando la inherente discreción que confiere el hábito.

MAFO acostumbra a elegir sus contadas salidas de la capital para soltar cargas de profundidad. Ocurrió en febrero del año...

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Es habitual que en los discursos de los gobernadores del Banco de España (BE) no se dé puntada sin hilo. Sus mensajes se reparten entre los análisis y recomendaciones en materia macroeconómica y la actividad reguladora y supervisora de las entidades financieras. Luego el gobernador de turno concede al cargo su estilo propio. Y el actual, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), cumple ese papel a su manera salvando la inherente discreción que confiere el hábito.

MAFO acostumbra a elegir sus contadas salidas de la capital para soltar cargas de profundidad. Ocurrió en febrero del año pasado, en Zaragoza, cuando reclamó la urgencia de abordar una reforma laboral, precisamente en unas jornadas sobre cajas de ahorros en las que apenas habló de ellas. Y acaba de ocurrir ahora en Valencia, donde aterrizó el miércoles con ganas, esta vez sí, de leer la cartilla a las cajas.

La visita a la ciudad mediterránea estaba señalada en rojo en su agenda. Sin abandonar las constantes de su discurso (reformas estructurales, corrección de desequilibrios públicos...), dedicó los dos últimos folios de los ocho que leyó para exigir la fusión de cajas y "la reforma del sistema financiero que permita a las cajas dotarse de recursos propios de calidad para participar en la concesión de créditos a familias y empresas". Eso implica -y junto a las fusiones es lo más importante- la necesidad de modificar la ley de cajas, lo que puede cambiar radicalmente el statu quo del sector y, sobre todo, la dependencia de los poderes políticos regionales.

Es verdad que no es la primera vez que MAFO hace hincapié sobre estos cambios, en los que el BE lleva tiempo trabajando. Desde que hace tres años estalló la crisis financiera ha venido señalando que uno de los problemas propios de las entidades españolas son las mayores exigencias de capital, junto a los excesos inmobiliarios, la reducción de márgenes y las dificultades de financiación mayorista.

Los datos difundidos el jueves, en los que se reflejan el impacto de las provisiones en las cuentas de resultados de las cajas, son un dato más para apretar las tuercas. Pero también es verdad, a la vista de la lentitud del proceso, que no ha logrado que su prédica cale del todo. Además, el descuelgue de Caixa Girona de la fusión con Manlleu, Terrasa y Sabadell, por razones más políticas que de otra cosa, ha agotado la paciencia del gobernador. En su alegato del miércoles se cuidó mucho de subrayar que "la mayoría de entidades españolas está haciendo bien los deberes" e incluyó a los bancos, a las cajas de mayor dimensión y a otras con posición sólida. Aunque subrayó que son pocas, advirtió de que hay una minoría que obstaculiza el proceso. Aprovechó para disparar a los responsables de esas cajas y a los de los Gobiernos de las comunidades autónomas como centro de la diana.

Lo que vino a decir es que ya no se puede esperar más, que las ayudas del Fondo de Reordenación Bancaria (FROB) tienen caducidad y que, si no se fusionan, el BE intervendrá las cajas que haga falta para venderlas o liquidarlas. Además, amenazó con abrir expedientes a los consejeros y demás órganos de gobierno, como ocurrió con CCM, de cuya intervención se cumple un año.

Su objetivo no parece que sea intervenir, entre otras cosas porque saldría más caro al contribuyente, pero la amenaza parece ir en serio. Mientras, se aventuran inminentes procesos que se sumarían a los ya iniciados como los dos grupos de cajas catalanas, las castellanoleonesas Duero y España, las interregionales que forman Caja Cívica, la operación Caja Sol y Guadalajara o la de Caja Astur y la intervenida CCM. De las 45 cajas existentes más de la mitad han recibido señales del BE, pero hasta la fecha son muy pocas las involucradas.

El aviso a navegantes que lanzó el gobernador se extendió enseguida por todo el país, aunque el blanco sean esos dirigentes políticos que están impidiendo que los procesos de integración sigan su curso, como es el caso de Galicia o, sin ir muy lejos, de la Comunidad Valenciana, que se opusieron a una fusión con una caja de otra comunidad cuando se conoció el interés de Caja Madrid -Rodrigo Rato tendrá que desentrañar ahora sus objetivos después de dos meses en la presidencia- por unirse con Caixa Galicia y la CAM sin reparar en las redundancias de una fusión intrarregional.Pero no va a resultar fácil. A los virreyes regionales, sean del partiudo que sean, les cuesta perder el mando en una fuente de poder como las cajas. Galicia, que elaboró una ley para impedir cualquier intromisión en su territorio, recurrió el FROB. Y en cuestión de horas, tras las palabras de MAFO, se han apuntado Madrid, Extremadura y Cataluña. ¡Y eso que todos estaban de acuerdo!

Isidro Fainé, presidente de La Caixa, y Miguel Martín, de la AEB, en una foto de 2008.EFE

Renovación en las cúpulas de las patronales de la banca y de las cajas

El discurso de Miguel Ángel Fernández Ordóñez se produce en un momento en el que las cúpulas de las dos patronales financieras están en renovación. La de la Asociación Española de Banca (AEB), en la que el jueves fue reelegido Miguel Martín, no entrañó ningún problema. Sí lo está teniendo el de la Confederación de Cajas de Ahorros (CECA), en la que se vislumbra como presidente Isidro Fainé tras la jubilación de Juan Ramón Quintás frente a la candidatura de Amado Franco (Ibercaja). La elección de Fainé, presidente de La Caixa (líder sectorial), respondería al perfil deseado por el Banco de España y el Gobierno de colocar al frente de las cajas a alguien con peso específico definido en un momento clave para el sector, abocado a una reestructuración obligada. -

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