Columna

Lo absurdo

El humor tiene la capacidad de anticiparse a la realidad. Lo delirante de los visionarios y los futurólogos no es que se equivoquen tanto como cualquier advenedizo, sino lo en serio que se toman. La conclusión a cualquier asunto siempre es un chiste, por más que desde Nostradamus los predictores siempre tiendan hacia lo apocalíptico. Para demostrarlo, la semana pasada cacé en ETB el programa Vaya semanita, que repasa con humor terapéutico la actualidad. En una de las bromas, una pareja de la Guardia Civil detenía en la frontera un autobús de aficionados de la selección española. Todo ve...

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El humor tiene la capacidad de anticiparse a la realidad. Lo delirante de los visionarios y los futurólogos no es que se equivoquen tanto como cualquier advenedizo, sino lo en serio que se toman. La conclusión a cualquier asunto siempre es un chiste, por más que desde Nostradamus los predictores siempre tiendan hacia lo apocalíptico. Para demostrarlo, la semana pasada cacé en ETB el programa Vaya semanita, que repasa con humor terapéutico la actualidad. En una de las bromas, una pareja de la Guardia Civil detenía en la frontera un autobús de aficionados de la selección española. Todo venía de las fotos de los etarras con la camiseta de la selección española de fútbol encontradas en ese cubo de basura emocional en que se acaban convirtiendo las redes sociales. Los guionistas del programa tiraban del hilo absurdo y dibujaban a los agentes convencidos de que ese autobús lleno de seguidores de la Roja sólo podía ser una patulea de terroristas tratando de pasar de incógnito. Por más que los tipos explicaban que eran seguidores de la selección que iban a ver el partido contra Francia, los dos agentes obcecados procedían a su detención como sospechosos terroristas. Reías sólo de pensar que pronto Manolo el del Bombo pasaría a disposición judicial en la Audiencia Nacional.

Pues bien, la conclusión a un acierto visionario de tal calibre sólo podía ser la pifia informativa que los servicios policiales franceses pusieron en circulación este fin de semana. Lo del grupo de bomberos haciendo la compra en Carrefour. Hace tiempo que las cámaras de vigilancia sembradas por cada esquina del mundo son puro cine y, como tal, a ratos elementos de ficción. Esos muchachotes con los carros de la compra sólo podían ser terroristas vascos, era obvio. El patinazo fue colándose de puerta en puerta y pasando todos los filtros gracias a que una imagen siempre se impone sobre el sentido común y la prudencia. Pasa todos los días con asuntos menores o mayores. Se cuelan vídeos falsos y engañifas visuales. La pena es que al comienzo de toda esta historia haya un policía muerto y otra familia rota, ahora en Francia. Ése es el lugar en que todos los absurdos se encuentran, el trágico y el cómico. ¿Hasta cuándo?

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