GASTRONOMÍA | LA SEMANA POR DELANTE

Los otros

La comida popular se desliza hacia otras culturas. Pese a una cierta reivindicación de última hora, a un destello de repunte, el plato de cuchara de nuestros ancestros se ve arrollado y sometido por otras formas de alimentarse, que basan su éxito en el ajustado precio, en la fácil y rápida preparación y consumo, y también en los sustanciosos y nada sutiles sabores que la definen.

Así tenemos la cocina china, que en nuestras latitudes está plena de glutamatos -que dicen genera el quinto sabor conocido, el umami- y otros productos que soflaman el paladar; es ya un histórico, que ac...

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La comida popular se desliza hacia otras culturas. Pese a una cierta reivindicación de última hora, a un destello de repunte, el plato de cuchara de nuestros ancestros se ve arrollado y sometido por otras formas de alimentarse, que basan su éxito en el ajustado precio, en la fácil y rápida preparación y consumo, y también en los sustanciosos y nada sutiles sabores que la definen.

Así tenemos la cocina china, que en nuestras latitudes está plena de glutamatos -que dicen genera el quinto sabor conocido, el umami- y otros productos que soflaman el paladar; es ya un histórico, que acompaña cualquier evento televisivo en la paz del hogar sin más que bajar a la esquina o pulsar la tecla del teléfono.

O la italiana, que ha prestado su tradición con la pasta que sale del trigo para que algunas cadenas, no transalpinas sino transoceánicas, nos atiborren a masa de pan con queso fundido y cualesquiera producto de bajo precio, burdo sabor y altas calorías.

La genuina americana, que tiene en la hamburguesa de multinacional su representante más señera, la cual mezcla grasas por doquier, y las pasa por la plancha, creando adicciones palatales de difícil control y problemática salubridad.

Y desde hace poco tiempo la cocina turca, el döner kebab en su versión occidental, que acumula en un pan de pita y finas lascas de carne de vacuno, cordero, pollo, o cualquier otro animal que se preste -de grado o a la fuerza- a ser asado en un torno y mezclado con ingentes cantidades de verduras y suculentas salsas -y en algunas ocasiones, patatas fritas o queso- llenas de aceite, lo cual les confiere la abundante sabrosura que comentábamos.

A la vista de estas dramáticas recetas culinarias nos debemos preguntar qué extrañas y poderosas razones han logrado arrinconar ante estos competidores nuestro tradicional y nunca denostado bocadillo.

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