La Orquesta Sinfónica de Galicia visita a Haydn y Mozart

El programa que Jean-Christophe Spinosi desarrolló el pasado viernes en el Palacio de la Ópera con la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) es de aquellos que en los años 70 buena parte del público y algún que otro crítico tildaban de "fáciles". Claro que la inagotable veta melódica de los autores de la primera Escuela de Viena interpretados los hace fáciles de escuchar. Pero que nadie se engañe: la Sinfonía nº 83 La Gallina, de Haydn, o la obertura de Così fan tutte y la Sinfonía nº 40 de Mozart, tras medio siglo de purificación historicista, tienen la dificultad de esas re...

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El programa que Jean-Christophe Spinosi desarrolló el pasado viernes en el Palacio de la Ópera con la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) es de aquellos que en los años 70 buena parte del público y algún que otro crítico tildaban de "fáciles". Claro que la inagotable veta melódica de los autores de la primera Escuela de Viena interpretados los hace fáciles de escuchar. Pero que nadie se engañe: la Sinfonía nº 83 La Gallina, de Haydn, o la obertura de Così fan tutte y la Sinfonía nº 40 de Mozart, tras medio siglo de purificación historicista, tienen la dificultad de esas recetas de cocina aparentemente sencillas en las que la calidad de la materia prima y el punto lo son todo.

Spinosi, fundador del Matheus Quartet y violinista especializado en el repertorio barroco y clásico, logró el terso sonido que puede ofrecer la OSG, uno de los mejores instrumentos mozartianos de Europa. Estilísticamente, se pasó de vueltas en la expresión, con un contraste dinámico demasiado marcado y unos calderones (aumentos de duración de la nota) algo más que exagerados, especialmente en unos silencios que resultaron como esas pausas valorativas un tanto histriónicas a las que nos someten algunos políticos. Al final, lo más históricamente informado resultó la broma, de espíritu totalmente haydniano, de una propina con interminables repeticiones del final de la Sinfonía nº 82 El Oso.

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