ALMUERZO CON... LUCÍA PERAÍTA

"En Afganistán, hasta dar juguetes requiere soldados"

Hace 15 años, Lucía Peraíta estaba metida hasta el cuello en el barro y rodeada de hombres. Uno de ellos, su mando, le gritaba para que se diese más prisa. Los demás se reían porque el fango apenas la dejaba ver a través de sus gafas. "Fue durante la instrucción. Ahora me río, pero en el momento lo pasé fatal. Era la única mujer en mi sección y los hombres no estaban preparados. Hubo que adaptarse. No había vestuarios, ni vestuario para mujeres, y veías que ellos no entendían muy bien lo que estabas haciendo allí. Ahora todo eso está muy engrasado".

Ayer, el escenario era bien distinto....

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Hace 15 años, Lucía Peraíta estaba metida hasta el cuello en el barro y rodeada de hombres. Uno de ellos, su mando, le gritaba para que se diese más prisa. Los demás se reían porque el fango apenas la dejaba ver a través de sus gafas. "Fue durante la instrucción. Ahora me río, pero en el momento lo pasé fatal. Era la única mujer en mi sección y los hombres no estaban preparados. Hubo que adaptarse. No había vestuarios, ni vestuario para mujeres, y veías que ellos no entendían muy bien lo que estabas haciendo allí. Ahora todo eso está muy engrasado".

Ayer, el escenario era bien distinto. Peraíta (Burgos, 1973) volvía a ser el centro de atención, rodeada de militares, pero para recibir, de manos de la ministra de Defensa, Carme Chacón, el Premio Idoia Rodríguez, nombre de la primera soldado española que perdió la vida en una misión internacional, en Afganistán.

La cabo ha pasado por casi todas las misiones españolas; ayer fue premiada

Rodríguez murió en la explosión de una mina. Peraíta no coincidió con ella pero conoce bien el avispero afgano, al que ha sido enviada dos veces. "Mi primer recuerdo es el de una mujer. Caminando con aquel burka, con aquella rejilla sobre la cara, aquella mujer no era nadie. Me gustaría saber qué se le pasó por la mente cuando me vio a mí, con la cara descubierta, pantalones y un fusil", recuerda. Tenía miedo. "Al principio no podía dormir. Pasaba la noche con mi arma preparada para salir si nos atacaban, pero luego te vas serenando. Ahora te preparan para esas cosas. Hace 10 o 11 años las preparatorias eran sobre todo tácticas. Ahora hay un psicólogo que te enseña a afrontar el estrés, a explicar lo que estás haciendo a tu familia...".

Peraíta escoge un restaurante italiano porque "en los italianos todo lleva queso y me encanta". El menú ofrece tres posibles platos con queso y ella no lo duda: tres de tres. Entre uno y otro, recuerda su labor en Afganistán, Líbano, Bosnia o Kosovo, que le han valido seis medallas de la OTAN y una de la ONU.

El recuerdo de Bosnia es desminando el terreno. El de Kosovo, un bebé. "Lo encontramos abandonado en una cuneta, en la nieve, cubierto por una manta. Tenía horas, pero salió adelante". En 2005 formó parte del contingente que acudió a socorrer a las víctimas del terremoto de Cachemira. "Creo que en general no se entiende bien el concepto de labor humanitaria que hacemos. Que, en Afganistán, para llevar un camión lleno de comida o juguetes a algún sitio hacen falta militares que den seguridad, que escojan la hora, la ruta de ida, la de regreso...".

Cuando ingresó en el ejército, a los 21 años, dejó atrás una vocación frustrada de veterinaria y a una madre llorosa. "Ahora tengo mi propio zoo en casa: un perro, un gato, un periquito, un canario y dos ninfas". Y su madre, que come con su marido en una mesa cercana, enseña ahora con orgullo el premio que acaba de recibir su hija.

"Aparte de los animales, mi otra afición son los bonsáis. Tenía dos, pero mi perra se comió uno. Ahora sólo me queda el que me compré en Galicia cuando fui a recoger el chapapote tras el Prestige", cuenta, saboreando la última cucharada de su mousse de queso fresco.

Peraíta, veterinaria frustrada, tiene un zoo en su casa.JULIO E. FOSTER

Gino's. Zaragoza

- Menú con berenjenas parmigiana, farfalle con verduras y queso feta, mousse de queso fresco.

- Menú con ensalada de pollo y mozzarella y pizza piamontese, café, agua y refrescos.

Total: 21,50 euros.

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