Reportaje:

El "milagro" del Mallorca

Manzano hace brillar al conjunto balear y tapa la crisis del club con un equipo reconstruido

Si, en agosto, a un aficionado del Mallorca le hubieran dicho que su equipo empezaría 2010 cuarto, en puestos de Liga de Campeones, la reacción habría sido una carcajada resignada. El mallorquinista ha tragado demasiada hiel durante el último año y medio. La espantada del presidente Vicente Grande tras la quiebra de sus empresas inmobiliarias dejó al club desamparado y devaluado en plena crisis. El grupo inversor Safín, propiedad de la familia Mingarro, aprovechó la ocasión para hacerse con la propiedad. Le avalaba una inquietante experiencia: el descenso del Lorca a Tercera en la temporada 99...

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Si, en agosto, a un aficionado del Mallorca le hubieran dicho que su equipo empezaría 2010 cuarto, en puestos de Liga de Campeones, la reacción habría sido una carcajada resignada. El mallorquinista ha tragado demasiada hiel durante el último año y medio. La espantada del presidente Vicente Grande tras la quiebra de sus empresas inmobiliarias dejó al club desamparado y devaluado en plena crisis. El grupo inversor Safín, propiedad de la familia Mingarro, aprovechó la ocasión para hacerse con la propiedad. Le avalaba una inquietante experiencia: el descenso del Lorca a Tercera en la temporada 99-00.

El curso arrancó con un enfrentamiento público entre el nuevo consejero delegado y el entrenador, Gregorio Manzano, a cuenta de los fichajes. Un año más, la plantilla había sido despojada de sus principales valores: Jurado volvió al Atlético y Arango se marchó al fútbol alemán. Con suplentes del año anterior e incorporaciones no deseadas, Manzano tuvo que armar un equipo para la permanencia. A última hora, y debido a la petición desesperada del técnico, llegó un refuerzo esperanzador, el de Borja Valero, que regresó para una segunda etapa en el Mallorca tras jugar en el West Bromwich, inglés.

"No daban un duro por nosotros; nos hemos revalorizado en el campo", cuenta Valero
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Valero describe su llegada como días de una calma tensa: "Al principio se confiaba en los nuevos dueños, pero pasaron las semanas y se vio que no llevaban las cosas todo lo bien que debían". En noviembre, los futbolistas y otros empleados del club dejaron de cobrar. La paradoja estaba en el campo, donde, con un fútbol efectivo y sin necesidad de demasiadas florituras, el Mallorca firmaba el mejor arranque liguero de su historia. En Son Moix lo ha ganado todo (ocho partidos de ocho), con 22 goles a favor y tres en contra como local, un tanteo sólo superado por el Madrid (28 a favor, aunque seis en contra). Ni siquiera el Barça se atreve a tanto (22 y 6). Con treinta puntos, el equipo se ha colado en puestos de Champions siete años después.

En su blog, Manzano se pregunta "¿Cuál es el milagro?" y responde: "Que dirijo uno de los mejores vestuarios que he entrenado en mi carrera profesional". En la misma línea incide Valero, que reconoce que hubo en esta historia un punto de inflexión, una conjura colectiva: "Nos reunimos y llegamos a la conclusión de que la mejor manera para que funcionara la parcela extradeportiva era hacer que funcionara el equipo", explica. "Si nadie daba un duro por el Mallorca, la solución era revalorizarlo sobre el campo, con buenos resultados. Así, en el futuro, seguro que llegarían inversores dispuestos a apostar fuerte". Incapaces de hacer frente a las deudas, los propietarios que habían llegado en verano salieron por piernas. Por segunda vez, el abogado mallorquín Mateu Alemany acudía al rescate de la entidad de la que fuera presidente entre 2000 y 2005.

Históricamente, las cosas le han ido bien al Mallorca con Alemany en el palco y Manzano en el banquillo. Existe una relación de complicidad entre ambos desde que, en 2003, lograran la Copa del Rey. Con la estabilidad institucional garantizada hasta final de temporada, Manzano ve el mes de enero como determinante para fijar las aspiraciones de su equipo. Europa no le queda lejos.

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