Reportaje:Dinero & inversiones

Un enigma llamado Japón

Los inversores no terminan de creerse la recuperación de la economía nipona

Dudas y más dudas sobre el futuro económico y, por ende, financiero y bursátil del país del Sol Naciente. En realidad, 20 años sin saber exactamente hacia dónde va Japón, que en 1989 se perfilaba como la potencia económica que iba a desbancar a Estados Unidos del primer puesto mundial. Entonces, su tasa de crecimiento del PIB era varias veces superior a la de Estados Unidos; la inflación estaba controlada y sus tipos de interés eran más bajos; la cuota de mercado de las exportaciones japonesas era cada vez mayor; su saldo comercial positivo se disparaba; se compraban activos en todas partes de...

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Dudas y más dudas sobre el futuro económico y, por ende, financiero y bursátil del país del Sol Naciente. En realidad, 20 años sin saber exactamente hacia dónde va Japón, que en 1989 se perfilaba como la potencia económica que iba a desbancar a Estados Unidos del primer puesto mundial. Entonces, su tasa de crecimiento del PIB era varias veces superior a la de Estados Unidos; la inflación estaba controlada y sus tipos de interés eran más bajos; la cuota de mercado de las exportaciones japonesas era cada vez mayor; su saldo comercial positivo se disparaba; se compraban activos en todas partes del planeta; de los diez mayores bancos del mundo hace dos décadas ocho eran japoneses... La euforia nipona estaba servida y arrastraba a casi todos, escritores incluidos: Michael Crichton escribió Sol Naciente para describir esa potencia que se preveía iba a sobrepasar a Estados Unidos en menos de 10 años.

Este mundo feliz se desinfló. Bautizados como la década perdida, los japoneses vivieron tiempos de pésima salud económica y bursátil, en los que, entre otras cosas, el valor de la propiedad inmobiliaria bajó en términos reales más de un 50%. El tiempo ha enseñado que ese terrible deterioro se vio acentuado por la mala política gubernamental llevada a cabo entonces, que durante mucho tiempo negó la realidad. Fue precisamente al tomar conciencia de esa situación -las autoridades pusieron en marcha programas de ayudas públicas y colocaron sus tipos de interés en el 0%; los bancos decidieron hacer limpieza en sus préstamos improductivos- cuando el país comenzó a despertar y a recuperar algo de brío, aunque desde entonces siempre con algún problema serio de fondo, donde los más llamativos y conocidos son su perseverante deflación y su abultada deuda.

En estos últimos años se han vivido épocas más o menos positivas en el terreno económico y bursátil. No hay que olvidar que Japón sigue siendo hoy por hoy la segunda potencia mundial, un verdadero gigante, que sólo el próximo año será superado por China; que sus habitantes tienen uno de los mayores patrimonios financieros del mundo y que su industria es, sin discusión, la más automatizada del mundo, con el mayor número de robots por volúmenes de producción y con un altísimo valor añadido. Durante este tiempo se ha hablado de forma recurrente por parte de los profesionales de inversión de que "éste va a ser el año de Japón". Y, por lo menos hasta ahora, no ha sido así: los inversores occidentales se han sentido atraídos por periodos de rachas alcistas ocasionales que ofrecían mucho pero que al final se quedaron en nada.

Se sigue, sin embargo, intentándolo, en estos últimos tiempos también, partiendo de la hipótesis de que lo que estuvo muy alto y ahora muy bajo en algún momento tendrá que subir, aunque sólo sea por reversión a la media. También dicen los más optimistas que Japón siempre acaba superando los obstáculos; que la recuperación de la economía mundial volverá, como ha hecho casi siempre, a beneficiar a la nipona; que esta vez son serias las perspectivas de cambio político; que la Bolsa japonesa está en realidad muy barata desde una perspectiva a largo plazo. En resumen: que, a pesar de las dudas que el país del Sol Naciente genera y de que invertir en él es hacer algo contra corriente, esta vez sí puede merecer la pena.

Es cierto, según reconocen los expertos, que oficialmente Japón salió de una acusada recesión en el segundo trimestre de 2009. También lo es, sin embargo, que, con los últimos datos en la mano, su economía creció entre julio y septiembre sólo un 0,3% respecto al trimestre anterior, muy lejos del 1,2% que había avanzado en un primer momento el Gobierno japonés. En tasa anual, el ritmo de avance fue del 1,3% frente a unas previsiones del 4,8%. Respecto a las medidas de estímulo -el último plan está dotado con cerca de 55.000 millones de euros-, estos técnicos señalan que no acaban de ser efectivas las medidas y que se está generando una deuda difícil de sostener. Las mejores estimaciones de la deuda pública japonesa hablan de un ratio sobre PIB de un 200%.

Por último, quienes dudan de la recuperación real nipona no dejan de recordar el enorme problema demográfico del país, con repercusiones directas no sólo sobre los gastos de su Seguridad Social sino también sobre la capacidad de consumo de sus habitantes. De hecho, Japón es el primero de una larga serie de países desarrollados con pirámides demográficas invertidas.

Los japoneses siguen con atención la evolución de los mercados.AFP

Entrar vía fondos

No llegan a una veintena los fondos de inversión españoles especializados en el mercado de valores nipón. Todos ellos centrados, eso sí, en los valores de mayor capitalización, las que menos han conseguido beneficiarse de la recuperación bursátil que, en el mercado de valores nipón, se ha producido, aunque con fuertes altibajos, desde el pasado mes de marzo cuando se marcaron mínimos. Dicen los expertos que los grandes índices nipones no son un reflejo de la economía interna, ya que en ellos tienen gran peso las grandes multinacionales exportadoras.

Las distancias entre unos y otros fondos son llamativas. En lo que va de año, según datos de Morningstar, tres de estos fondos ofrecen a sus partícipes rendimientos anuales por encima del 10%. Se trata de BBVA Bolsa Índice Japón; BBVA Bolsa Japón y BBK Bolsa Japón a los que, sin embargo, esta agencia, les da un riesgo, en relación con su categoría, alto. Los datos siguen siendo más que positivos si sólo se contemplan los últimos 12 meses: para estos tres fondos, la rentabilidad se coloca entre el 15% y el 22%. La situación cambia cuando se alarga el horizonte temporal. Es la tónica general de la que no se salva ningún fondo de esta categoría. En el muy corto plazo, excepción hecha de los tres fondos mencionados, hay un amplio abanico de resultados: desde plusvalías del 6% o 7% a minusvalías superiores al 10%. -