La Sinfónica vuelve a la gran orquesta de la mano de Antoni Wit

Tras el éxito con Wagner, la Orquesta Sinfónica de Galicia volvió a programar obras con gran requerimiento de efectivos orquestales. Antoni Wit, director de porte elegante y señorial, dio a Los gnomos de la Alhambra una lectura correcta. Justo la que merece una obra carente de grandes ideas melódicas y con una delineación de trazo algo grueso. Pasado este trámite, no fue difícil imaginar cada escena representada en una obra maestra como el Romeo y Julieta de Prokófiev: desde la tensión de Montescos y Capuletos a la majestad ducal herida tras la muerte de Tibaldo o el vértigo de R...

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Tras el éxito con Wagner, la Orquesta Sinfónica de Galicia volvió a programar obras con gran requerimiento de efectivos orquestales. Antoni Wit, director de porte elegante y señorial, dio a Los gnomos de la Alhambra una lectura correcta. Justo la que merece una obra carente de grandes ideas melódicas y con una delineación de trazo algo grueso. Pasado este trámite, no fue difícil imaginar cada escena representada en una obra maestra como el Romeo y Julieta de Prokófiev: desde la tensión de Montescos y Capuletos a la majestad ducal herida tras la muerte de Tibaldo o el vértigo de Romeo en la tumba de Julieta. Bastó para ello la eficaz visión de Wit. Otro tanto podemos decir de la claridad de líneas y planos y el abigarrado color orquestal logrados en La rueca de oro de Dvorak o Las aventuras de Till Eulenspiegel de Richard Strauss, en las que el director polaco, en un ejercicio de disciplina musical à l'ancienne, hizo que todo sonara en su sitio.

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