Reportaje:Faltan 220 días para el Mundial

Una pasión, muchos desafíos

Suráfrica vibra como nunca con el fútbol y los nuevos estadios están casi listos, pero preocupan la seguridad, el transporte y el alojamiento

El fútbol late como nunca antes en Suráfrica. Se ve en sus calles, en sus estadios casi terminados, en la desbordante alegría de sus gentes, en el orgullo de que el mundo ponga por una vez sus ojos en el continente negro en vez de mirar a otro lado. La pasión con que este país vive alrededor del balón es única y seguramente sea porque el fútbol, aquí, va más allá de ser un deporte. Por la misma razón que la población negra odió el rugby, el símbolo de los afrikáner y la esclavitud del apartheid, amó desde siempre el fútbol, la bandera de su identidad. Y, si aquella población negra fue c...

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El fútbol late como nunca antes en Suráfrica. Se ve en sus calles, en sus estadios casi terminados, en la desbordante alegría de sus gentes, en el orgullo de que el mundo ponga por una vez sus ojos en el continente negro en vez de mirar a otro lado. La pasión con que este país vive alrededor del balón es única y seguramente sea porque el fútbol, aquí, va más allá de ser un deporte. Por la misma razón que la población negra odió el rugby, el símbolo de los afrikáner y la esclavitud del apartheid, amó desde siempre el fútbol, la bandera de su identidad. Y, si aquella población negra fue capaz de volcarse con el Mundial de rugby de 1995 de la mano de Nelson Mandela y de cantar el himno blanco de los springboks para ganar a Nueva Zelanda, ahora celebrar un Mundial en la misma tierra del arcoiris es para los bafana bafana un grito de libertad, el momento en que el protagonismo de la historia está en su lado. Si 1995 fue un milagro de hermandad en un clima de guerra civil, 2010 es otro puente al futuro para el primer país africano en organizar un Mundial. A buen seguro que nadie pondrá más pasión y color en el torneo (del 11 de junio al 11 de julio, faltan 220 días) que Suráfrica, aunque son muchos los desafíos.

"Es la oportunidad de cambiar los estereotipos sobre África", dice Drogba
La Interpol, Francia y Alemania han reforzado el dispositivo policial

Hace 20 años era impensable que la Suráfrica del apartheid pudiera ser el centro del fútbol mundial. Ahora, la FIFA y su presidente, Joseph Blatter, han puesto al país y al continente ante un reto mayúsculo. "Es la oportunidad", cuenta el marfileño Drogba, "de que los africanos demuestren lo que son capaces de hacer al resto del mundo, de cambiar los estereotipos acerca de África, la manera en que la gente nos mira". "Terminaremos con los prejuicios", anhela el ex jugador Lucas Radebe. "La Copa Confederaciones trajo a los blancos a los estadios para apoyar a los bafana bafana. En el Mundial será más a lo grande", asegura Danny Jordaan, presidente del comité organizador.

Seis estadios nuevos, de los 10 que serán sedes se levantan ya casi listos. Green Point, en Ciudad del Cabo, besa el mar con sus figuras redondeadas al estilo del Emirates Stadium de Londres. Escoltado por Table Mountain y Robben Island, la isla en la que estuvo preso Mandela, tiene capacidad para 68.000 espectadores y acogerá encuentros de la primera fase y una de las semifinales de la competición. Aunque la joya está en Johanesburgo. En la misma ciudad que el Ellis Park que vio el Mundial de rugby se ha levantado el Soccer City, el estadio de la inauguración y de la final, un recinto color fuego con forma de neumático como el Allianz Arena de Múnich, para casi 90.000 aficionados, de excelente visibilidad y con un sistema de almacenamiento del agua de lluvia para regar el césped.

Casi 2.500 millones de euros de inversión intentan cambiar la cara al país (se han creado 415.000 puestos de trabajo). Pero el proceso es lento. Si el fervor popular y los estadios juegan a favor, los problemas de seguridad, transporte y alojamiento preocupan a la organización.

Suráfrica recibirá unos 450.000 aficionados de todo el mundo, un desembarco difícil de asumir con las 200.000 plazas hoteleras en las ciudades que serán sedes del Mundial pese a que en los dos últimos años se han construido otros 25 hoteles.

La red de transporte, que acapara casi la mitad de la inversión estatal, es otro dolor de cabeza. Dentro de las ciudades, el tráfico coagula las carreteras y faltan medios públicos para llegar desde los aeropuertos y el centro a los estadios sin tardar una eternidad (se reforzarán las líneas de autobuses). Fuera, el enlace entre las urbes se hace interminable por las grandes distancias y las carencias de una red ferroviaria y de autopistas cómodas. Moverse por Suráfrica no es cosa sencilla ni rápida. Y la seguridad es el gran miedo. Más de 40.000 nuevos agentes vigilarán a los recién llegados, la Interpol y las fuerzas de seguridad de Francia y Alemania han tejido un plan de seguridad, cada partido contará con 700 policías alrededor del estadio y en cada estación de tren se abrirá una oficina de seguridad. Pero, aunque la organización llame a la tranquilidad y las selecciones vayan a estar blindadas, el temor a incidentes fuera de las zonas consideradas seguras será una amenaza permanente, ya que muchos lugares escaparán al control policial.

Ésos son los grandes desafíos de Suráfrica. La pasión está garantizada. La organización ha facilitado que los surafricanos inunden con el tronar de sus vuvuzelas, sus bailes y su colorido los estadios. Cada trabajador en la construcción de los recintos recibirá dos entradas para un partido de la primera fase. Y se han puesto a la venta una serie de billetes más baratos, a unos 13 euros, sólo para los surafricanos (el salario medio por habitante es de unos 330 euros mensuales y la mejor entrada para el teatro, por ejemplo, cuesta unos 11 euros).

"No se puede ver al Barça por 13 euros, pero sí venir al Mundial", dice Jordaan. Antes del sorteo, el próximo 4 de diciembre en Ciudad del Cabo, se han vendido unas 680.000 entradas, el 55% en Suráfrica. Estados Unidos, Reino Unido y Alemania son los países más compradores (en España se han adquirido hasta ahora poco más de 3.000 entradas).

Es la hora de África. Una frase en los carteles del Mundial lo recuerda: "No podemos esperar".

Locura por la 'Premier'

Día de partido, fiesta nacional. Y más si se trata del clásico de Johanesburgo, el partido entre Kaizer Chiefs y Orlando Pirates. Falta casi una hora para el inicio y el estadio tiembla. A un lado, la marea amarilla de los Chiefs. Al otro, los oscuros colores de los Pirates. En todo el recinto, el trueno de las vuvuzelas y las trompetas, un sonido ensordecedor que no para ni un segundo, siempre la grada pintada de colores, bailando, saltando y al borde del ataque de nervios. Por mucho que el partido del pasado sábado tenga el nivel técnico y táctico de la Segunda B española y no haya goles, cualquier seguidor enloquece cuando el balón ronda el área.

El fútbol en Suráfrica es casi un momento religioso. Se disfruta en directo, prácticamente todos los aficionados son negros, y por la televisión. La Liga española tiene un papel segundón ante la Premier. "¿Messi? No le conozco mucho, pero sé el nombre de todos los jugadores del Chelsea. El mejor es Lampard", responde un joven en la plaza Nelson Mandela, en Johanesburgo. La Premier se vende mejor. Sus partidos pueden verse en abierto mientras que los de la Liga son de pago. Así que las camisetas del Liverpool y el Manchester United llenan las calles y hasta el vicealcalde de Ciudad del Cabo reconoce su amor por Fernando Torres.

La FIFA paseará el trofeo de la Copa del Mundo por los 54 países africanos y el comité organizador anima a los aficionados, entre ellos 15.000 voluntarios, a vestir camisetas de fútbol los viernes. Y eso que aún no ha llegado el Mundial.

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