Octava jornada de Liga

La obsesión de Guardiola por el primer pase

A Pep Guardiola nada le preocupa más que el primer pase porque dice que ahí empieza todo. "Si es bueno, todo es más fácil", repite, obsesivo. O sea, que el primer pase, el que permite saltarse la primera presión del rival, lleva directo al gol. Ayer, el partido ante el Zaragoza le dio la razón. Ahí empieza todo, por ahí empieza el juego. Por ahí se explica parte de la obsesión de Guardiola por la elección de centrales. El técnico idolatra a Márquez, se rinde a Puyol, cada día se sorprende más viendo jugar a Piqué e insistió en la contratación de Chigrinski hasta que el club aceptó pagar 25 mil...

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A Pep Guardiola nada le preocupa más que el primer pase porque dice que ahí empieza todo. "Si es bueno, todo es más fácil", repite, obsesivo. O sea, que el primer pase, el que permite saltarse la primera presión del rival, lleva directo al gol. Ayer, el partido ante el Zaragoza le dio la razón. Ahí empieza todo, por ahí empieza el juego. Por ahí se explica parte de la obsesión de Guardiola por la elección de centrales. El técnico idolatra a Márquez, se rinde a Puyol, cada día se sorprende más viendo jugar a Piqué e insistió en la contratación de Chigrinski hasta que el club aceptó pagar 25 millones de euros por el ucranio. En ocho partidos de Liga, Guardiola ha usado cuatro parejas de centrales diferentes y sólo ha repetido cuarteto defensivo en dos partidos, ante el Racing y frente al Valencia. Pero, si el equipo se atranca, no duda Guardiola en dar una vuelta de rosca buscando el primer pase.

Ayer, forzado por la lesión de Alves, Guardiola tenía que mover ficha y lo hizo. Además de jugar con Puyol por la banda derecha, situó a Busquets entre Piqué y el ucranio por la izquierda. Abrió el arco Guardiola y metió por dentro a los volantes. Al Zaragoza se le apareció inmenso Busquets, que pareció la reencarnación del propio Guardiola. Con tanta soltura como se recicló Touré a final de la pasada temporada ante la escasez de efectivos en el centro de la defensa, el medio se ofreció para partir en dos la primera fase de construcción: a la izquierda, Chigrinski, Maxwell y Keita; a la derecha, Piqué o Xavi, pero también Puyol. Casi siempre escogió bien y nunca perdió la posición y el abanico se llevó por delante la presión ejercida por Aguilar, Herrera y Arizmendi.

A partir de ese primer pase, se activó Keita, repartió Xavi y maravillaron Ibrahimovic y Messi. Pero todo empezó más atrás, saltando la primera línea de presión del Zaragoza. Desde ahí hubo ritmo en la circulación y la pelota llegó tan rápido al área que el partido terminó siendo un festival. Recuperó el Barça su mejor versión y el gol porque creció desde el primer pase. Lo pagó el Zaragoza, que no logra vencer en el Camp Nou desde la temporada 1965-66.

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