La candidatura española al 2018 asusta a Inglaterra

Jack Warner, presidente de la Concacaf y vicepresidente de la FIFA, ha advertido a Inglaterra que si se decidiera hoy mismo la sede para el Mundial de 2018 no tendría nada que hacer ante la candidatura conjunta de España y Portugal, que cuenta a su favor con pasión futbolística, buenos y modernos estadios y, sobre todo, sol y buen tiempo.

La FIFA decidirá en diciembre del próximo año los países organizadores de los Mundiales de 2018 y 2022, para los que hay un total de 10 candidaturas: Australia, Bélgica y Holanda, España y Portugal, Corea del Sur, Indonesia, Inglaterra, Japón, Qatar, R...

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Jack Warner, presidente de la Concacaf y vicepresidente de la FIFA, ha advertido a Inglaterra que si se decidiera hoy mismo la sede para el Mundial de 2018 no tendría nada que hacer ante la candidatura conjunta de España y Portugal, que cuenta a su favor con pasión futbolística, buenos y modernos estadios y, sobre todo, sol y buen tiempo.

La FIFA decidirá en diciembre del próximo año los países organizadores de los Mundiales de 2018 y 2022, para los que hay un total de 10 candidaturas: Australia, Bélgica y Holanda, España y Portugal, Corea del Sur, Indonesia, Inglaterra, Japón, Qatar, Rusia y Estados Unidos. Después de Suráfrica 2010 y Brasil 2014, 2018 será un asunto europeo y aparte de la candidatura inglesa y la británica también cuenta con fuerza la de Rusia, que nunca ha acogido un Mundial, mientras Inglaterra ya fue sede en 1966 y España en 1982.

Aparte de los factores folclóricos citados por Warner, Inglaterra, una candidatura a la que los expertos en mercadotecnia acusan de adolecer de falta de brillo, teme el poder que ejerce en la FIFA Ángel María Villar, el presidente de la federación española, que es también uno de los vicepresidentes del organismo presidido por Sepp Blatter y uno de los 24 miembros con derecho a voto en la elección de la sede.

Contra España-Portugal, aseguran en Inglaterra, juega sobre todo el factor del fracaso que supuso, según Blatter, el experimento del Mundial conjunto Corea del Sur-Japón en 2002. A favor de la Península Ibérica, en un evento que, se calcula, puede generar unos ingresos para el país organizador de unos 4.000 millones de euros, juega el factor de las alianzas políticas.

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