Entrevista:ALMUERZO CON... JULIA ORMOND

"Quiero utilizar mi fama para luchar"

Del rodaje en España de La conjura de El Escorial, en la que era la princesa de Éboli, le queda el angustioso recuerdo de su visita a la torre de Pinto en la que la aristócrata fue encarcelada.

Lo rememora ante una copa de vino blanco y un capuchino que ha pedido al mismo tiempo antes de empezar a comer. Ha pasado por Madrid para recibir un premio de Save the Children, porque, aunque apenas figure en sus currículos, es embajadora de la ONU contra el tráfico de personas y la esclavitud y fundó en 2007 su ONG, conocida por las siglas ASSET, dedicada por entero a erradicar esta lacr...

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Del rodaje en España de La conjura de El Escorial, en la que era la princesa de Éboli, le queda el angustioso recuerdo de su visita a la torre de Pinto en la que la aristócrata fue encarcelada.

Lo rememora ante una copa de vino blanco y un capuchino que ha pedido al mismo tiempo antes de empezar a comer. Ha pasado por Madrid para recibir un premio de Save the Children, porque, aunque apenas figure en sus currículos, es embajadora de la ONU contra el tráfico de personas y la esclavitud y fundó en 2007 su ONG, conocida por las siglas ASSET, dedicada por entero a erradicar esta lacra, un suculento negocio que reporta unos 5.000 millones de euros de beneficios al año en todo el mundo, sólo por debajo del tráfico de armas y por encima del de la droga. "Es un negocio que está en alza. La venta de niños ha crecido", dice Julia Ormond, que, además de actriz (Sussex, Reino Unido, 1965), es una activista, una mujer escandalizada.

La actriz que dio vida a la princesa de Éboli pelea contra la esclavitud

Llega al restaurante consultando su móvil. Ha recibido correos desde Filipinas, donde un tifón ha arruinado vidas y haciendas. Camina sobre unos elevadísimos zapatos de fino tacón y cuando se sienta a la mesa prueba el aperitivo de la casa, pequeños bocados de salpicón de marisco, que festeja como buenísimos. Luego pide bacalao imaginando un fish and chips menos elaborado, pero también le encanta y lo termina sin parar de hablar y sin perder el hilo de sus argumentos. En realidad, esta comida es un monólogo en el que resulta complicado introducir alguna pregunta. "Quiero utilizar mi fama para atraer a más celebridades y luchar contra el tráfico de personas", explica.

Su ONG ha lanzado una campaña consistente en enviar mensajes a más de 700 empresas. Muchas de ellas utilizan, quizá sin saberlo, a esclavos en su cadena de producción. Niños, hombres, mujeres en la minería, en el textil, en la agricultura, trabajando a destajo. Una veintena de empresas han sido sensibles, han respondido y parecen indagar. Pero es una gota en el océano. El tráfico de armas, de drogas y de gente forma parte de la misma poderosa industria. "La ONU lo sabe", afirma. "Los que pusieron las bombas de Madrid son tan criminales como los que explotan a seres humanos, pero no hay una estrategia global contra ello".

Su activismo le quita tiempo y energías. Le gustaría pasar más tiempo con su hija de cinco años, que vive con ella en Los Ángeles, pero se le humedecen los ojos al recordar a todos esos niños que ella intenta ayudar. Hablamos de la princesa de Éboli, esa aristócrata retratada como ninfómana, y se ríe al comentar que el personaje, como tantos otros caracteres femeninos de la historia, es una recreación hecha por hombres. Y de ahí pasa de nuevo al esclavismo y al tráfico de personas, un problema para el cual no hay que viajar demasiado lejos. "¿Sabe cuál es el primer destino de los norteamericanos que buscan sexo infantil?", pregunta y espera largamente antes de contestar: "¡Estados Unidos! ¡El 80% de las prostitutas de Londres son víctimas del tráfico de personas! Sabemos que hay muchas latinoamericanas que trafican con drogas porque son víctimas del tráfico de personas. ¿Y quiénes ganan dinero gracias a las mujeres?", pregunta de nuevo, para responder: "¡Los hombres!".

Ormond es una activista escandalizada por la realidad.ÁLVARO GARCÍA

El Espejo. Madrid

- Dos entradas de salpicón de mariscos: 5 euros.

- Un bacalao con patatas: 18,50.

- Una ensalada de salmón: 13,50.

- Un capuchino: 9,50.

- Dos copas de vino: 6,00.

- Un mousse de cuajada: 6,00.

Total con IVA: 62,60 euros.

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