Un exceso imprescindible
Si has grabado el disco más apoteósico y grandioso de esta década (Black holes and revelations, 2006), la única opción posible es ir más allá. Que es lo que ha hecho Matt Bellamy, atreverse todavía más. Menos enloquecido que su predecesor, The resistance opta por menos turbulencias y más grandilocuencia. La ambición musical del trío británico no se arredra ante nada y si hay que sonar como Emerson, Lake & Palmer, pues adelante. Y si hay que darle ritmo glam al single, pues perfecto. Y una gotas de Chopin, y mucho Queen, y aires de ópera, claro. Y la conclusión vuelv...
Si has grabado el disco más apoteósico y grandioso de esta década (Black holes and revelations, 2006), la única opción posible es ir más allá. Que es lo que ha hecho Matt Bellamy, atreverse todavía más. Menos enloquecido que su predecesor, The resistance opta por menos turbulencias y más grandilocuencia. La ambición musical del trío británico no se arredra ante nada y si hay que sonar como Emerson, Lake & Palmer, pues adelante. Y si hay que darle ritmo glam al single, pues perfecto. Y una gotas de Chopin, y mucho Queen, y aires de ópera, claro. Y la conclusión vuelve a repetirse: otro músico hace esto y la vergüenza ajena se convertiría en pandemia. A Muse, sin embargo, no sólo le sienta bien el exceso; con este disco ya da la sensación de que sin él no son nada.