Cosa de dos

Lo incierto

Cada vez más Lo Incierto vale tanto como Lo Cierto. Brad Pitt ha tenido que explicar en San Sebastián que él no es Dios, por si la gente hubiera creído lo contrario. Lo Incierto es pegajoso: se dice, se insiste en ello, y terminan diciéndolo hasta los que manejan el BOE. Por ejemplo, el ministro Sebastián habló del monopolio de la televisión de pago como si eso él lo hubiera roto ahora; es incierto, pero el ministro lo dijo en el Parlamento, que debería ser el reino de lo cierto. Hemos roto el monopolio. Es una palabra grande, negra. La gente dice: ah, ha roto el monopolio, y ya parece cierto....

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Cada vez más Lo Incierto vale tanto como Lo Cierto. Brad Pitt ha tenido que explicar en San Sebastián que él no es Dios, por si la gente hubiera creído lo contrario. Lo Incierto es pegajoso: se dice, se insiste en ello, y terminan diciéndolo hasta los que manejan el BOE. Por ejemplo, el ministro Sebastián habló del monopolio de la televisión de pago como si eso él lo hubiera roto ahora; es incierto, pero el ministro lo dijo en el Parlamento, que debería ser el reino de lo cierto. Hemos roto el monopolio. Es una palabra grande, negra. La gente dice: ah, ha roto el monopolio, y ya parece cierto. Luego vienen los datos que lo desmienten, pero la gente ya oyó la palabra. A ver quién la borra.

Muchas veces lo incierto sale grande, y lo cierto pequeño, como una fe de errores. A la ministra Salgado, que fungía de portavoz el viernes, le propuso una periodista que dijera si era cierto lo incierto, y ella, muy amablemente, le pasó la pelota al ministro de Justicia, pero Caamaño no dijo ni que sí ni que no, de modo que la pelota de Lo Incierto siguió rodando.

Lo Incierto adquiere mucho prestigio cuando es ficción, de lo contrario es mentira. La tele está llena de Lo Cierto y de Lo Incierto, y de ficción. Escuché a Diego Galán en TCM contando la cantidad de ficción que ha ido concentrando el Festival de San Sebastián, y me admiró la cantidad de buena ficción que pasó por esas pantallas. Lo Incierto Maravilloso, que diría Lezama Lima. Y en las teles del corazón (Antena 3, Telecinco) estuve viendo historias de la vida ¿real? de Lola Flores y de los Paquirris. ¿No se cansan los protagonistas de ser preguntados por sus vidas como si fueran las vidas de todo el mundo? En Callejeros (Cuatro) vi lo cierto, o lo real: la vida en los polígonos. La autobiografía de una pareja que se cura de la toxicomanía en un polígono catalán me puso el alma en vilo. Lo real tiene eso, como lo cierto, te lo crees, y te deja pensando. La mentira (el tópico, o lo incierto) te resbala como el agua, y en la tele, como en la vida, hay cosas que parecen verdad y a veces lo son, y duelen.

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