Reportaje:

Autopsias entre estalactitas

El Servicio de Patología Forense de Sevilla trabaja marcado por la carencia de material

La sala presenta un estado ruinoso y se respira un ambiente sórdido. Sobre la cámara de congelación de cadáveres, los motores están al descubierto y con frecuencia se estropean. Enfrente, las muestras de órganos en botes de formol, pendientes de ser analizadas, se acumulan en un armario atestado. Archivos y expedientes sobresalen encima de las taquillas para la ropa de los forenses. Al fondo, la sala de Rayos x guarda un equipo con una tecnología desfasada que aún utiliza líquidos reveladores y fijadores, desterrados de cualquier instalación moderna por la tecnología digital.

Es la sala...

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La sala presenta un estado ruinoso y se respira un ambiente sórdido. Sobre la cámara de congelación de cadáveres, los motores están al descubierto y con frecuencia se estropean. Enfrente, las muestras de órganos en botes de formol, pendientes de ser analizadas, se acumulan en un armario atestado. Archivos y expedientes sobresalen encima de las taquillas para la ropa de los forenses. Al fondo, la sala de Rayos x guarda un equipo con una tecnología desfasada que aún utiliza líquidos reveladores y fijadores, desterrados de cualquier instalación moderna por la tecnología digital.

Es la sala de conservación del Servicio de Patología Forense del Instituto de Medicina Legal de Sevilla, inaugurado en 2003, y que atiende las autopsias (896 en 2008) derivadas de dos millones de personas. Cuando se abre la cámara de congelación aparecen restos de hielo en forma de estalactitas, reflejo de los fallos de temperatura. "Los seis años que hemos padecido no nos lo quita nadie... ¡Un par de años de retraso ya hubiera sido suficiente!", exclama Joaquín Lucena, jefe de servicio de patología forense.

El formol se vierte al alcantarillado, a pesar de estar prohibido por la ley
Sólo una mampara de plástico separa la sala de autopsias de las familias

Las caras largas de los trabajadores sólo se suavizan al recordar que la mudanza a la nueva sede está anunciada para el próximo otoño por la Consejería de Justicia, que ha invertido 359.000 euros en un nuevo emplazamiento. Desde que entró en funcionamiento el servicio, varias reformas han intentado paliar la grave escasez de espacio.

Los cadáveres generados presuntamente por muerte violenta recalan en estas instalaciones, aunque su paso es breve y las familias no sufren tanta estrechez mucho tiempo. A veces, en sólo ocho horas, sus órganos han sido examinados y algunos extraídos, si así lo requiere la investigación para averiguar la causa de la muerte. Sin embargo, a pesar de que la estancia es corta, las familias se enfrentan a situaciones inverosímiles.

Entre la oficina donde las familias son atendidas y la sala donde se practican las autopsias sólo existe una mampara de plástico. Esto provoca que los familiares padezcan el hedor que los cadáveres desprenden y oigan el rugir de la sierra que disecciona los cráneos, mientras aguardan el resultado de la autopsia. En ocasiones el hedor llega incluso al comedor universitario de la Facultad de Medicina, contiguo a la sala de autopsias. Asimismo, los visitantes atraviesan el pasillo de los minúsculos despachos de los forenses para acceder a los lavabos. "La falta de espacio física es indigna para las familias", protesta otro forense que pide mantener su anonimato.

Después de la extracción de los órganos, los forenses los almacenan en botes de formol antes de enviarlos al Instituto de Toxicología para que los analice. Pero a continuación el formol, un químico contaminante, se arroja al alcantarillado público, lo cual prohíbe la Ley 7/1994 de Protección Ambiental. Todos los centros pertenecientes al Servicio Andaluz de Salud eliminan el formol y otros residuos químicos a través de una empresa que los recolecta para incinerarlos.

Cuando un cadáver ingresa con una bala en su interior es necesario realizar una radiografía de Rayos x, para lo cual se emplea un aparato caduco que aún requiere llevar a cabo un revelado. A pesar de que este tipo de aparatos no suele emitir demasiadas radiaciones, el centro carece de un dosímetro que confirme que éstas no sobrepasan los límites estipulados por el Consejo de Seguridad Nuclear.

La próxima sede del Servicio de Patología Forense estará ubicada en el tanatorio de San Jerónimo de Sevilla y contará con un sistema audiovisual y un laboratorio de histopatología, cuyo presupuesto aún no está aprobado. "A pesar de las pequeñas reformas, así no se podía funcionar y la Consejería de Justicia ha sido consciente de la precariedad", subraya Julio Guija, director del Instituto de Medicina Legal.

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