Crítica:FERIA DE BILBAO | la lidia

Metafísica animalística

Los toros de La Quinta estuvieron por encima de los toreros. De los diestros se salva Iván Fandiño. Lanceó con aseo a su primero, rematando con una buena media verónica. Después de un excelente trasteo muleteó con pundonor y entrega. Al final de su faena llegaron los momentos más toreros de la tarde. Se debió a dos series con la mano derecha trazadas con gusto, temple y torería.

Lo de más interés estuvo de lado de los toros. El primero fue manejable. El segundo acabó por ser un toro difícil. El tercero se dejó torear al final. Los toros cuarto y quinto, sobre todo este último, fueron lo...

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Los toros de La Quinta estuvieron por encima de los toreros. De los diestros se salva Iván Fandiño. Lanceó con aseo a su primero, rematando con una buena media verónica. Después de un excelente trasteo muleteó con pundonor y entrega. Al final de su faena llegaron los momentos más toreros de la tarde. Se debió a dos series con la mano derecha trazadas con gusto, temple y torería.

Lo de más interés estuvo de lado de los toros. El primero fue manejable. El segundo acabó por ser un toro difícil. El tercero se dejó torear al final. Los toros cuarto y quinto, sobre todo este último, fueron los mejores de la corrida. El sexto no valía mucho porque era un toro sosote, un auténtico muermo.

Quinta / Barrera, Aguilar, Fandiño

Toros de La Quinta: parejos de peso, manejables excepto el segundo. Los mejores 4º y, sobre todo, el 5º.

Antonio Barrera: estocada ladeada -aviso- y dos descabellos (ovación); media estocada -aviso- y descabello (aplausos).

Sergio Aguilar: pinchazo y bajonazo (silencio); estocada atravesada -aviso- y media estocada (silencio)

Iván Fandiño: estocada pelín caída (oreja); pinchazo, pinchazo hondo y descabello (aplausos).

Plaza de toros de Vista Alegre. 16 de agosto. Segunda de feria. Más de media entrada.

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Mas los toros, todos ellos, tenían una cualidad extraña. De salida acometían con genio, pero en cuanto recibía las pertinentes varas se aplomaban. Se quedaban medio pasmados. Era como si necesitaran unos momentáneos ejercicios espirituales para bovinos aunque de poca duración. Una vez concluían sus meditaciones, o esa especie de metafísica animalística, y en cuanto veían a los subalternos dispuestos a prenderles las banderillas los toros acometían como si llevaran un motor de galolina adicional pegado a los costillares. En términos toreros, puede decirse que se aplomaban en varas para rehacerse en banderillas. Todo un caso clínico-veterinario.

De Antonio Barrera no se puede decir sino que vino a sustituir a El Fundi -un torero que se ha ganado el respeto de los buenos aficionados-, y lo hizo por puro enchufe. Un torero de tan poco fuste no puede sustituir a un torerazo. Se comportó como un pegapases vulgar. En cuanto a Sergio Aguilar, se dejó escapar un toro, el quinto, de mucha calidad. Un toro rabiblanco que se desplazaba de largo y estaba pidiendo a gritos un torero de los pies a la cabeza. Y en Aguilar ese torero de los pies a la cabeza no apareció por ningún lado. Se contabilizan algunos derechazos templados, otros ligados, y dos naturales ajustadísimos, además de un remate de pecho. Ahí quedó todo. Le faltó mucho.

Eso sí, algunos toreros de plata lucieron más que sus jefes, como por ejemplo Antonio Prieto y Tito de Salamanca, por los piqueros, y Pedro Lara y Pepín Monje entre los banderilleros.

La primera sustitución, tal la de El Fundi, ha sido desacertada. Ahora hace falta saber quién sustituirá hoy a Morante de la Puebla, en caso de que realmente no pueda acudir a torear en el coso de Vista Alegre. ¿Habrá que esperar a otro desajuste o falta de acierto? Esperemos.

Sergio Aguilar, durante su faena al quinto toro de la tarde en Bilbao.FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

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