Reportaje:

El buen jefe hace deporte

Quince directivos gallegos mejoran su capacidad para el cargo practicando golf

Hace ya bastante tiempo que el golf dejó de ser divertimento de élites para llegar a la clase media, por más que la inmensa mayoría de los 23 campos gallegos dependan de clubes o entidades privadas. Durante el año pasado la federación gallega formalizó casi mil nuevas licencias más para llegar a las 12.300, los campos se pueblan y el golf muestra aristas hasta la fecha inexploradas. En una de ellas profundiza Qcoach, una iniciativa empresarial que aglutina a profesionales de ámbitos como la psicología, las finanzas, los recursos humanos, el teatro o el deporte para ayudar a desarrollar las com...

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Hace ya bastante tiempo que el golf dejó de ser divertimento de élites para llegar a la clase media, por más que la inmensa mayoría de los 23 campos gallegos dependan de clubes o entidades privadas. Durante el año pasado la federación gallega formalizó casi mil nuevas licencias más para llegar a las 12.300, los campos se pueblan y el golf muestra aristas hasta la fecha inexploradas. En una de ellas profundiza Qcoach, una iniciativa empresarial que aglutina a profesionales de ámbitos como la psicología, las finanzas, los recursos humanos, el teatro o el deporte para ayudar a desarrollar las competencias de los directivos. "Queremos ofrecer lo que yo en su día eché de menos", anticipa Daniel Álvarez, uno de los promotores de la idea.

Qcoach aglutina a profesionales de la psicología, el teatro, o las finanzas
El golf, la vela o el karting redundan en un aumento de la productividad

Álvarez era director provincial del BBVA en Lugo cuando quiso dar un giro a su carrera. "Es más difícil mandar que ser mandado", asegura. Y sostiene que es complicado adquirir habilidades directivas mediante métodos académicos. "No se le ofrece a la gente las facilidades para poner en práctica la enseñanza teórica, sentir cómo se comportan las personas que están a tu lado, el equipo". Y ahí entra el golf. Hace unos días Qcoach convocó a 15 directivos, jefes de equipo o responsables de recursos humanos de diversas compañías gallegas en el campo del Real Aero Club compostelano. "Buscábamos personas que dirigieran a personas y queríamos mostrarles cómo a través del golf se puede aprender a comandar equipos", explica Joaquín Dosil, psicólogo y docente en la Universidad de Vigo, otro de los promotores de Qcoach.

Para la mayor parte de los presentes, la reunión suponía su primer contacto con el golf. Dio igual. Les explicaron de forma somera la técnica del putt para manejarse en las distancias cortas y se metieron en faena con una serie de actividades destinadas a aprender habilidades de comunicación, de liderazgo, o para saber cómo delegar. Así comenzaron por dividir sobre el green a los asistentes en tres equipos de cinco en el que una persona hacía de gerente, otra de su mano derecha y el resto eran trabajadores. Éstos jugaban al golf y resolvían las dificultades que les ponían los jefes. El que hacía de gerente daba las instrucciones a su segundo y éste las transmitía, pero no podía desvelar demasiados detalles, tan sólo marcar unos objetivos "de empresa". Como la vida misma. "Planteamos un juego en el que ganaría quien dejara la bola más cerca del hoyo, no quien la metiera, pero ese detalle no se les podía desvelar, debían hacerles ver que la tenían que tirar corta, pero tampoco mucho. El objetivo era, para el segundo de a bordo, mejorar la comunicación con los trabajadores y, para el gerente, aprender a confiar en los cargos intermedios. Ocurrió que muchos embocaban y lo celebraban, pero había que ver la cara de quienes hacían de directivos...", detalla Dosil.

El ingenio podría ser indicado para empresas de organización piramidal, pero tanto Álvarez como Dosil garantizan resultados en todo tipo de gobiernos. "El golf ayuda a fomentar habilidades de comunicación", matizan. No se trata de un valor menor. En las pasadas elecciones autonómicas trabajaron en ese sentido con una formación política para que las intervenciones de sus líderes en mítines o entrevistas tuvieran un mayor impacto. La experiencia dejó satisfechas a ambas partes. El coaching se puede aplicar en numerosos escenarios y el deporte es una buena vía para trasladarlo, va más allá de actividades que han logrado una cierta fortuna como el paintball o el rafting. "Son modalidades que se quedan en el fomento de la convivencia, que es algo que está muy bien para la cohesión social, pero no están relacionadas con un aumento de la productividad", apunta Joaquín Dosil, que le da vueltas a la cabeza para encontrar deportes que se adapten a sus planteamientos. "El golf nos ofrece unas posibilidades extraordinarias de reflexión, de trabajar las rutinas y de que nosotros podamos llegar bien a la gente". "Es una práctica sosegada en un entorno agradable", apostilla Daniel Álvarez. En este sentido la vela también ofrece respuestas para mejorar roles y dinámicas empresariales. O el karting. "Lo empleamos para trabajar el desarrollo personal o saber buscar límites", revela Dosil. Y siempre, al fin, hay un espacio para la reflexión, para tratar de transferir las vivencias a las exigencias del día a día. "Los directivos perciben que es necesario ponerse en el lugar del otro", explica el coach. No todos lo consiguen. En el Aeroclub desarrollaron un juego por parejas consistente en guiar mediante la voz a un golfista al que habían tapado los ojos con un antifaz. Hubo quien se fiaba sin dudar de las indicaciones del compañero, pero también quien necesitaba palpar la bola continuamente para ubicarse.

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Curso de golf en el Aeroclub de Santiago, junto al aeropuerto de Lavacolla.ÓSCAR CORRAL

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