Cosa de dos

YA LO SABÍA

Gracias a la publicidad de la tele ya tenemos los finalistas de la canción del verano: la alegre Summercat suena mientras gente guapa bebe cerveza en Formentera; la otra, Ya lo sabía, nos despierta nuestros demonios con los bancos, y tiene pedigrí. Con el título El Telegrama ganó en 1959 el primer festival de la canción de verano de Benidorm. No extraña que se mantenga vigente. España es tierra de yalos y yates. Ya lo sabía o ya te lo dije. No hay país mejor informado -al margen de que las cadenas le dediquen el 20% de su parrilla-. El panadero, la pescadera,...

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Gracias a la publicidad de la tele ya tenemos los finalistas de la canción del verano: la alegre Summercat suena mientras gente guapa bebe cerveza en Formentera; la otra, Ya lo sabía, nos despierta nuestros demonios con los bancos, y tiene pedigrí. Con el título El Telegrama ganó en 1959 el primer festival de la canción de verano de Benidorm. No extraña que se mantenga vigente. España es tierra de yalos y yates. Ya lo sabía o ya te lo dije. No hay país mejor informado -al margen de que las cadenas le dediquen el 20% de su parrilla-. El panadero, la pescadera, cualquier tendero de barrio te da cada mañana su batido de noticias, masticadas y digeridas.

Prats, Milás, Piqueras y Gabilondos no pueden competir con la audiencia y la credibilidad de la tienda de la esquina. Ahí te deshuesan lo que diarios, radios y teles cuentan o disfrazan entre presuntos y supuestos. Que lo de El Pocero no iba a acabar bien, ¡ya lo sabííía!; que el Palau de la Música, más que patrimonio de la humanidad parecía patrimonio de Millet and Company, ¡ya lo sabííía!; que los rayos UVA dan más cáncer que un chute de celtas, ¡ya lo sabía!; que Berlusconi tiene mamachichos en casa, ¡ya lo sabííía!; que Carlos Dívar vota contra el aborto, ¡pues ya lo sabía!, ¿no es aquel que obedece a Dios, aunque cobra sin remilgos del Estado?

La crisis del pequeño comercio es una crisis informativa. Los chinos abrirán 24 horas, pero no se enteran; y las cajeras del híper no pegan la hebra de mi malencarada quiosquera. Aunque le compro un montón de papel, le pago por su prospectiva cortoplacista: que qué pasará con El Bigotes y su Correa; con el tesorero Bárcenas, los trajes a mil de Camps, los bolsos a ochocientos de la Barberá y los espías de Anacleta Aguirre. Pero, ¿aún no lo saben?

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