"En un mes, esto será un polvorín"

La Fegamp prepara una protesta ante las quejas de los alcaldes por la supresión de las ayudas para limpiar fincas y proteger las aldeas de las llamas

Galicia está a monte. Llámese combustible forestal o biomasa vegetal, lo cierto es que la maleza campa a sus anchas en miles de hectáreas de fincas, terrenos y montes. La comunidad autónoma está más frondosa que nunca tras un invierno y una primavera particularmente lluviosas. Una vegetación con fuerte potencial de polvorín. Y la situación se agrava con los destrozos aún sin recoger del ciclón Klaus que dejó en enero un reguero de madera esparcida. "Son como auténticas cerillas a punto de ser encendidas", en palabras del alcalde de Vilardevós (Ourense). En las cuatro provincias, todos hacen cr...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Galicia está a monte. Llámese combustible forestal o biomasa vegetal, lo cierto es que la maleza campa a sus anchas en miles de hectáreas de fincas, terrenos y montes. La comunidad autónoma está más frondosa que nunca tras un invierno y una primavera particularmente lluviosas. Una vegetación con fuerte potencial de polvorín. Y la situación se agrava con los destrozos aún sin recoger del ciclón Klaus que dejó en enero un reguero de madera esparcida. "Son como auténticas cerillas a punto de ser encendidas", en palabras del alcalde de Vilardevós (Ourense). En las cuatro provincias, todos hacen cruces para que el verano siga tan inestable como hasta ahora.

Las tareas en materia de prevención de incendios y limpieza de ese peligroso combustible forestal acumulan mucho retraso y el cambio de gobierno en la Xunta no contribuyó a arreglar las cosas: se suprimieron ayudas a los ayuntamientos para limpiar terrenos, fincas o montes que rodean núcleos de población. Para evitar una de las estampas frecuentes de la oleada de incendios de 2006 -casas, gasolineras o incluso aldeas enteras rodeadas por las llamas-, la Lei de Prevención y Extinción contra los incendios forestales incluyó la obligación de mantener limpia una franja de seguridad de 100 metros alrededor de cualquier edificación.

Los restos del Klaus "son como auténticas cerillas a punto de ser encendidas"
El alcalde de Ribeira, Torres Colomer, confía en el clima: "Así no hay peligro"

Cada corporación trata de ingeniárselas para suplir la falta de ayuda económica de la Consellería de Medio Rural y cumplir con esa medida. La ley sólo estipula sanciones para los propietarios de fincas sin limpiar, pero no resulta fácil obligarles a cumplirla en una comunidad con 35.000 núcleos de población. Las quejas de los alcaldes de municipios con alto riesgo de incendio se multiplican tanto como la maleza. "Los matorrales en algunas aldeas alcanzan dos metros de altura y crecen junto a las casas", alerta el regidor de Agolada (Pontevedra), Ramiro Varela, del PP.

La Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp) está preparando, según su vicepresidente Francisco Fraga, una protesta formal por la eliminación de esos convenios de ayuda, entre 30.000 y 36.000 euros por ayuntamiento. La Fegamp ya está recibiendo una avalancha de quejas. Sobre todo en municipios sin apenas recursos con decenas de pequeñas aldeas enclavadas en espacios forestales de alto riesgo. ¿El problema? Ayuntamientos sin dinero y una población avejentada que "no limpia las fincas", explica el alcalde de Agolada. Y aunque se limpiaron entornos de carreteras y pistas, "los montes están muy mal", advierte, "es muy peligroso". Donde no hay franjas de seguridad, "el fuego no lo para ni el apuntador", añade.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

En pleno mes de julio, algunos ayuntamientos aún aguardan la firma de un convenio que les otorgue dinero, a sabiendas de la "importante rebaja", para continuar las tareas de desbroces. "Tenemos escasísimos medios y nula policía" para obligar a los dueños de terrenos a mantener en condiciones las propiedades, destaca el alcalde de Mondariz (Pontevedra), Julio Alén (PP). Su municipio: 100 hectáreas, 5.000 habitantes en 92 núcleos de población.

En Cerdedo (Pontevedra), arrasado por el fuego en 2006 y escenario de uno de los más trágicos incendios de aquel verano -fallecieron dos mujeres-, se renovaron los cortafuegos y se despejaron algunas pistas. Pero "nada más", denuncia la Comunidad de Montes Vilar-Cerdedo. Las franjas de seguridad "nunca se cumplieron".

En el corazón de Terra de Montes, donde el 80% de la superficie es monte, aguardan con las espadas en alto. Desaparecidas las cuadrillas de prevención y extinción que facilitaba antes la Xunta, son ahora dos docenas de operarios municipales los que limpian las aldeas. Un esfuerzo que la meteorología de las últimas semanas, sol y lluvia intermitente, echa por tierra. "Si el tiempo sigue así, en mes y medio el monte será un polvorín", advierte el alcalde de Cerdedo, Xosé Balseiros (PP).

En A Cañiza (Pontevedra), que encabeza el ranking de incendios en España con 2.125 fuegos entre 1996 y 2005, tampoco existe plan de prevención. En Rodeiro y Agolada siguen esperando firmar el convenio con la Xunta. Se ha limpiado "mucho" el monte pero las franjas de seguridad siguen siendo una quimera, afirma desde Rodeiro el alcalde socialista José Vence.

En la provincia de Ourense, con la mitad de su territorio con un índice muy alto de riesgo de incendios en estos primeros días de julio, las quejas de alcaldes siguen. "¿Cómo vamos a exigirles a los paisanos que limpien sus franjas si nosotros no lo hacemos?", se preguntan los mandatarios. "La Xunta incumple su normativa y las mancomunidades no aceptan el precio que les pagarán", sostiene el regidor de Vilardevós, José Luis Fernández (PSOE). Su homólogo de Nogueira de Ramuín, Julio Carlos Temes (PP), reconoce que las ayudas, ahora suprimidas, para limpiar los núcleos de población "eran muy necesarias".

A las puertas de Santiago, otra de las zonas que vivió como un infierno los incendios de 2006 que acecharon casas y urbanizaciones, el alcalde de Brión, el socialista José Luis García, también se declara "preocupado". Cuenta con 28.000 euros de la Xunta para desbrozar caminos forestales y cortafuegos, pero con nada para obligar a dueños de terrenos cerca de edificaciones a limpiarlos. "Lo llevamos como podemos, y aunque llegamos a un acuerdo en la mayoría de los casos, es un proceso largo y supone mucho trabajo", relata García.

En Ribeira (A Coruña), el alcalde, José Luis Torres Colomer (PP), confía en la meteorología: "Si el tiempo sigue tan inestable como ahora, no habrá riesgo fuerte de incendios". Confiado también está el alcalde de Carballo (BNG), Evencio Ferrero. "Hay más maleza de lo normal" en la Costa da Morte, admite, y aunque acusa la supresión de ayudas para limpiar núcleos rurales, calcula que, gracias al despliegue de brigadas municipales, se eliminan "las situaciones de riesgo".

El optimismo reina en Porto do Son. Como en Carballo, el alcalde Ramón Quintáns (PP) asegura que la gente está más concienciada y asume que debe mantener limpias sus propiedades. "Los perímetros de seguridad se cumplen con más rigor". Y afirma que no tuvo problemas con las ayudas de la Xunta, "se renovaron". "Estamos mejor preparados que nunca", sentencia Quintáns. Pero es el único con tanta seguridad.

Recortes y retrasos en las ayudas

En aras de aliviar la carga económica que supone para los ayuntamientos mantener limpias franjas de protección en zonas pobladas, la Consellería de Medio Rural firmó, a través de la Fegamp, en 2007 y 2008 convenios con unos 220 alcaldes "para realizar trabajos de prevención y defensa contra incendios forestales en áreas de especial protección de núcleos rurales". Supuso un desembolso de entre siete y nueve millones de euros.

Pero el nuevo equipo de la Dirección Xeral de Montes, con Tomás Fernández-Couto al frente, no suscribió ni uno para 2009. Echa la culpa a sus antecesores del bipartito. "Nos encontramos con que no existía ningún expediente, ni líneas de presupuesto a tal fin, ni posibilidad de realizarlo", alega Medio Rural.

Para suplir, en menor medida, esta supresión, Montes articuló "de urgencia" líneas de ayudas para limpiar bordes de pistas forestales y carreteras. Un centenar de ayuntamientos, comunidades de montes y asociaciones locales ya se acogieron a estas subvenciones, para las que se destinaron hasta el momento -el plazo sigue abierto- unos dos millones de euros.

Aparte están las ayudas destinadas a montes en mancomún, tanto para "gestionar la biomasa" como construir "puntos de agua". Estos trabajos de limpieza y prevención se están ejecutando, con plazo límite el 31 de octubre, dice la consellería.

Pero los comuneros, como los alcaldes, se quejan. "La consellería no tiene al monte entre sus prioridades, trabaja por inercia del anterior Gobierno", lamenta José Alfredo Pereira, presidente de la Organización de Comunidades de Montes Veciñais. "En tres meses no han sacado ninguna ayuda para monte vecinal", apostilla tras asegurar que la primera reunión con los nuevos responsables de Montes estaba prevista aún para el pasado viernes. La consecuencia es que hasta mediados de este mes no empezarán a trabajar cuadrillas y brigadas de prevención que las comunidades coordinan con la Xunta.

Archivado En