Gran éxito del 'Ariodante' de Haendel en Santiago

El calor físico del Teatro Principal de Santiago se quedó pequeño en comparación con la muy calurosa acogida dispensada por el público compostelano a la ópera Ariodante, de Georg Friedrich Haendel. Via Stellae la ofreció el miércoles 7, en versión concierto, con Franco Maria Sardelli al frente del conjunto Modo Antiquo.

La orquesta italiana aportó una versión de sencilla expresividad y buena matización dinámica, con momentos de notable sensibilidad e incluso un tono decididamente heroico, como en el recitativo Da dubbia infausta sorte del tercer acto, casi como una llegada...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El calor físico del Teatro Principal de Santiago se quedó pequeño en comparación con la muy calurosa acogida dispensada por el público compostelano a la ópera Ariodante, de Georg Friedrich Haendel. Via Stellae la ofreció el miércoles 7, en versión concierto, con Franco Maria Sardelli al frente del conjunto Modo Antiquo.

La orquesta italiana aportó una versión de sencilla expresividad y buena matización dinámica, con momentos de notable sensibilidad e incluso un tono decididamente heroico, como en el recitativo Da dubbia infausta sorte del tercer acto, casi como una llegada del Séptimo de Caballería en versión barroca. Y siempre con el hermoso y peculiar color instrumental de los conjuntos historicistas. La gestualidad de Sardelli aportó la teatralidad que se echa en falta en una versión concierto.

De los seis solistas vocales destacó el Ariodante de la mezzo Ann Hallenberg. Con un concepto muy serio de su personaje, su vocalidad, siempre brillante, le dio el carácter adecuado a cada momento, desde la ternura a la nobleza y del heroísmo a la desesperación. El carácter ambiguo y traidor de Polinesso estuvo bien servido por la voz y el gesto del contratenor Maarten Engeltijes. Una cierta exageración general, más en lo gestual que en lo vocal, lastró la Ginevra de Karina Gauvin, que se redimió a partir del aria final del segundo acto, Il mio crudel martoro, para seguir creciendo durante todo el tercero hasta un extraordinario dúo con Hallenberg, Bramo aver mille vite, previo al coro final.

Noble y poderoso, aunque a veces rayano en la tosquedad, el Rey de Escocia de Sergio Foresti; un serio bajo de voz redonda y bien regulada. Krystian Adam acusó algo su tardía entrada en acción, aunque cuando calentó la voz hizo más que dignamente su doble papel de Lucarnio y Odoardo. Correcta la Dalinda de Agnete Munk Rasmussen, que sustituyó por enfermedad a la soprano prevista, Jaël Azzaretti.

Archivado En