Crónica:CARTA DEL CORRESPONSAL | Ciudad del Cabo | ECONOMÍA GLOBAL

¿Fútbol contra la crisis?

Una semana después de la Copa Confederaciones, Suráfrica vuelve a la realidad. Sí, la FIFA ha calificado su organización del torneo con un 7,5 sobre 10 y, sí, los surafricanos están orgullosos: han disipado cualquier duda sobre su capacidad de organizar un evento de tal magnitud (y por ende, el Mundial 2010) y, además, su equipo, Bafana Bafana, ha tenido una más que honrosa actuación. Pero sin tiempo para reponerse de la resaca, los poderosos sindicatos de la construcción y la minería ya han anunciado una huelga para el miércoles que puede paralizar la construcción de cinco estadios, la del tr...

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Una semana después de la Copa Confederaciones, Suráfrica vuelve a la realidad. Sí, la FIFA ha calificado su organización del torneo con un 7,5 sobre 10 y, sí, los surafricanos están orgullosos: han disipado cualquier duda sobre su capacidad de organizar un evento de tal magnitud (y por ende, el Mundial 2010) y, además, su equipo, Bafana Bafana, ha tenido una más que honrosa actuación. Pero sin tiempo para reponerse de la resaca, los poderosos sindicatos de la construcción y la minería ya han anunciado una huelga para el miércoles que puede paralizar la construcción de cinco estadios, la del tren rápido Gautrain, carreteras, hospitales, un aeropuerto y proyectos mineros. El paso se suma, además, a una muy crispada huelga de médicos en protesta por unos sueldos ridículos y unas condiciones laborales terribles.

No es posible pagar 14 euros por ir al fútbol cuando se vive con 1,6 euros

La dulce resaca de la Copa Confederaciones coincide con la primera recesión en el país en 17 años. Una economía que no ha dejado de crecer hasta ahora, pero que lo ha hecho a la par que la pobreza, el paro y el crimen, en uno de los países con mayor desigualdad del mundo. Una aberración que el nuevo presidente, Jacob Zuma, promete atajar, colocándose en la imposible situación de tener que mantener satisfechos a unos, los empresarios, y a otros, los parados y sindicatos, que lo auparon al poder.

El fútbol ayuda, pero no hace milagros. Ayuda, porque si los sectores industriales y mineros protagonizan la recesión, la construcción es de las pocas actividades que se ha salvado gracias a la creación de infraestructuras para el Mundial 2010. Se calcula que serán 145.000 los empleos creados hasta entonces (aunque, a raíz de la crisis, se han perdido 179.000 en el primer trimestre). Pero no hace milagros. Muchos analistas recuerdan que los trabajos de construcción acabarán en unos meses. Entre ellos, Moeletsi Mbeki, sociólogo (y hermano del ex presidente Thabo Mbeki), que critica la desindustrialización permitida en la última década y media por la élite en el Gobierno del Congreso Nacional Africano (ANC) y el abandono de la economía a manos de los sectores extractivos energéticos y mineros. "Es por eso que Suráfrica no está en el grupo Bric (Brasil, Rusia, India y China), porque se desindustrializa".

Y la población lo paga. Sólo hay que recordar que los estadios se llenaron tras la decisión de la FIFA de regalar entradas, después de que en algunos partidos (España-Nueva Zelanda, por ejemplo) las gradas aparecieran vacías, y eso pese a que los precios se habían rebajado para adecuarse a la realidad surafricana. No lo suficiente. La entrada más barata para España-EE UU se vendía a 14 euros. Cuando el 43% de la población del país vive con 1,6 euros al día y el paro alcanza a más del 23%, tal desembolso es prohibitivo.

De acuerdo con la FIFA, hay que mejorar transporte y seguridad: los fans tuvieron alguna dificultad en acceder a los estadios, se perdieron maletas en el aeropuerto y al equipo egipcio le robaron en su propio hotel (y para más escarnio, se sugirió que los ladrones eran prostitutas contratadas por los jugadores, algo que se demostró falso). Los organizadores aseguran que todo estará resuelto el año que viene y que el Mundial será un éxito.

Además del crimen, Zuma ha prometido incidir en programas de industrialización, ayudar a los sectores más castigados, como el textil, reformar la educación y la sanidad pública. Todo ello mientras debe mantener políticas macroeconómicas favorables a la inversión y al control. Para ello sigue confiando en Trevor Manuel, hasta ahora omnipotente ministro de Economía y ojito derecho de empresarios, FMI y Banco Mundial.