Éxito del tributo a Haendel en el Via Stellae

El concierto inaugural del Festival Via Stellae, dedicado al músico alemán Georg Friederich Haendel, tuvo un éxito destacable, aunque la obertura de Poro, rè dell'Inde -impregnada de precisión, color y seriedad conceptual por Rinaldo Alessandrini al frente de Concerto Italiano- y el dúo Caro / Dolce amico amplesso apenas arrancaron un tímido aplauso del público. En el certamen de música celebrado en Santiago destacó el contraste entre el brillo solar de la voz de Sandrine Piau y la tremenda oscuridad de la de Sara Mingardo.

El salto vino con Misera, dove son, el ari...

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El concierto inaugural del Festival Via Stellae, dedicado al músico alemán Georg Friederich Haendel, tuvo un éxito destacable, aunque la obertura de Poro, rè dell'Inde -impregnada de precisión, color y seriedad conceptual por Rinaldo Alessandrini al frente de Concerto Italiano- y el dúo Caro / Dolce amico amplesso apenas arrancaron un tímido aplauso del público. En el certamen de música celebrado en Santiago destacó el contraste entre el brillo solar de la voz de Sandrine Piau y la tremenda oscuridad de la de Sara Mingardo.

El salto vino con Misera, dove son, el aria de Fulvia en Ezio. Sandrine Piau volvió a demostrar que la voz, incluso una tan maravillosa como la suya, sólo es algo cuando un gran artista como ella la pone al servicio de la partitura. En ese momento, la emoción rompió amarras y, navegando a su placer, se enseñoreó del Auditorio de Galicia, caldeando el ambiente hasta un punto de no retorno. Los oídos se volvieron a asombrar con las agilidades de Mingardo en el dúo Se asteria me tradisce / Piud'una tigre altero y la comprobación de cómo ambas voces se unían en su diferencia.

Fue como redescubrir el significado musical de concertación, eso que nace de un buen trabajo de director y cantantes, pero aquí, aún más, de una sintonía natural entre éstas. Un descubrimiento gozoso para ellas; una emoción compartida que, en los ensayos, salta como una chispa entre los artistas (como en los escalofriantes solos de oboe y fagot vividos en D'un sventurato amante / Pena tirana) y que en el concierto se transmite del escenario al patio de butacas. El público, agradecido, se dejó las manos en los aplausos.

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