Reportaje:Roland Garros

Irreconocible Djokovic

El serbio cae ante Kohlschreiber tras 38 errores no forzados

Así recibe a los periodistas Novak Djokovic, el número cuatro, tras caer ante Philipp Kohlschreiber (triple 6-4) en tercera ronda: con la cara quemada, el gesto torcido y las piernas resquebrajadas tras haber jugado durante tres días seguidos -su partido del jueves no acabó por falta de luz-. "Así que venís muchos cuando pierdo", dice el serbio, que enseguida analiza una derrota que siempre tuvo que ver con su raqueta, autora de 38 errores no forzados. "Fui pasivo, y él sólido. Jugó muy inteligentemente. No encontré soluciones. No me puedo permitir actuaciones tan malas, tan defensivas....

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Así recibe a los periodistas Novak Djokovic, el número cuatro, tras caer ante Philipp Kohlschreiber (triple 6-4) en tercera ronda: con la cara quemada, el gesto torcido y las piernas resquebrajadas tras haber jugado durante tres días seguidos -su partido del jueves no acabó por falta de luz-. "Así que venís muchos cuando pierdo", dice el serbio, que enseguida analiza una derrota que siempre tuvo que ver con su raqueta, autora de 38 errores no forzados. "Fui pasivo, y él sólido. Jugó muy inteligentemente. No encontré soluciones. No me puedo permitir actuaciones tan malas, tan defensivas. Ése no soy yo. Esto es mi culpa. Acepto la responsabilidad. Hemos sido yo y mi cabeza".

Djokovic es por ahora el gran derrotado de Roland Garros. El serbio llegó a París cargado de razones para creer en la victoria. Era el segundo mejor del curso sobre tierra, campeón en Belgrado y finalista en Montecarlo y Roma. Su juego parecía un escalón por encima de cualquier otro tenista, excepción hecha de Rafael Nadal -hoy juega en tercera ronda contra Soderling-, siempre su verdugo sobre arcilla. Había firmado, además, un encuentro primoroso contra el español en Madrid, cuando dispuso de tres bolas de partido en el encuentro más largo de la historia a tres sets (4h3m). Al final, todos esos datos positivos acabaron cavando su tumba. Jugar el torneo de Belgrado, del que es propietario, le obligó a tres semanas seguidas de fatigas. Y perder con Nadal en Madrid le dejó triturado y sin energía. Lo pagó ayer en París.

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