Elecciones 1-M | La campaña

La vida después de Cacharro

El PP tocó fondo en Lugo en 2005 y recabó menos de la mitad de los votos

"A este ritmo es impredecible aventurar hasta dónde puede llegar el techo electoral del PP". La frase es del veterano político lucense Cándido Sánchez Castiñeiras, y la pronunció en una colaboración radiofónica cuando en las elecciones al Parlamento gallego de 1997, el PP había obtenido el respaldo del 57,38% de los electores y aportaba desde Lugo nueve diputados a la Cámara.

Corrían entonces buenos tiempos para el PP, y su líder, Francisco Cacharro, había situado al partido en las cotas más altas de respaldo político en su provincia. Atrás quedaban virulentas batallas con la cúpula de ...

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"A este ritmo es impredecible aventurar hasta dónde puede llegar el techo electoral del PP". La frase es del veterano político lucense Cándido Sánchez Castiñeiras, y la pronunció en una colaboración radiofónica cuando en las elecciones al Parlamento gallego de 1997, el PP había obtenido el respaldo del 57,38% de los electores y aportaba desde Lugo nueve diputados a la Cámara.

Corrían entonces buenos tiempos para el PP, y su líder, Francisco Cacharro, había situado al partido en las cotas más altas de respaldo político en su provincia. Atrás quedaban virulentas batallas con la cúpula de Alianza Popular cuando intentaron imponerle una lista desde los órganos centrales del partido. Al final, Cacharro tan sólo aceptó -con amago de presentación de candidatura alternativa incluida- la presencia del finado Antonio Rosón Pérez como cabeza de lista. Fue el mismo que reconoció, durante la jornada electoral de 1985, que aquella campaña había sido la más triste de su vida.

El PP es, con gran diferencia, el partido que mejor ha resistido

Cacharro también había maniobrado con habilidad para que no pasara con los sucesores de la UDC en Lugo (Coalición Galega) lo que ocurrió en Ourense cuando emergió con fuerza la figura de Victorino Núñez. El presidente más longevo de la Diputación lucense se encargó de fagocitar el partido que se definía como de centro y galleguista y, con ello, recuperó para el PP todo el arco posible de electorado de la derecha.

"A ver si me dejáis alguno", clamó con sorna e indignación el mismo Sánchez Castiñeiras a uno de los estrechos colaboradores de Cacharro. Ocurrió cuando supo que lo abandonaban con destino al PP dos de los alcaldes que habían resistido bajo el símbolo de la piña: O Cádavo y O Páramo, ambos fielmente entregados hoy a la causa popular.

Desde luego, lo que queda claro es que el PP llegó a su cima en las autonómicas de 1997 y falta saber si tocó fondo en el mismo proceso de 2005. Ese año, sin Cacharro en primera línea y con Zapatero asentado en La Moncloa, perdió un parlamentario y después de 12 años recogió menos del 50% de los votos emitidos en la provincia de Lugo (49,40%).

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Pese a todo, el PP es, con gran diferencia, el partido que mejor ha resistido el paso por las urnas en procesos autonómicos, únicamente superado por un escaso 4% de votos y un diputado más en 1981 por la UCD cuando la abstención batió en Lugo todo un récord. Aquella vez se quedó sin votar el 57,37% del censo electoral. Las listas las encabezaba Antonio Rosón y en sus filas aparecía otro político que luego sería denostado por Cacharro, Víctor Manuel Vázquez Portomeñe, el hombre del gran impulso a la celebración del Xacobeo.

También queda por conocer cuál será la reacción de los populares tras la decisión de Feijóo de imponer como cabeza de lista a la ahora ex alcaldesa de Sober, Raquel Arias. Se trata de una apuesta personal de Núñez Feijóo que deja en una situación muy cómoda al presidente provincial, José Manuel Barreiro. Aún sin admitirlo públicamente tiene asegurado que no perderá en este proceso: si el PP obtiene un buen resultado, afianzará su liderazgo y si el resultado no es el esperado, la candidata no era la suya.

Con todo, las autonómicas de 2005 le dejaron al PP el sabor amargo de haber ganado en el municipio de Lugo, una victoria que no han repetido en las últimas elecciones locales ni en las pasadas generales. Como contrapunto de la regularidad popular está el Partido Socialista, que, hasta ahora, nunca ha superado los cinco parlamentarios. El partido emerge desde el suelo que tocó en 1997, cuando se quedó como tercera fuerza en la provincia, con el 18,83% de los votos, superado por el BNG. En 2005 alcanzó el respaldo del 34,9% del electorado, que de todas formas no le sirvió para superar la barrera de representación parlamentaria, aunque sí para establecer en ese porcentaje su techo electoral en un proceso autonómico. El PSOE aparece ahora con un líder más consolidado en la persona de Ricardo Varela, tras haber pasado por la Consellería de Traballo y haber conseguido que los efectos del paro aparezcan más atenuados en Galicia que en el resto de España.

Es la primera vez que el PSOE se presenta en Lugo con tanta cota de poder: Gobierno central, Xunta, Diputación y casi una treintena de alcaldes. "Sería muy difícil de entender y muy mal lo tendríamos que hacer para que, tal y como está ahora el partido en Lugo, no consigamos subir algún diputado", espetó un alto cargo del partido, que apuesta por que los socialistas lograrán el 1-M dos representantes más en el Parlamento.

De todas formas, lo que más asusta a los socialistas es la abstención. El apoyo de 2005 lo lograron gracias a la alta participación. Con una abstención ligeramente superior en los procesos de 1997 o 2001, los socialistas lucenses se movieron en torno al 20% de apoyo.

También está por ver si el BNG, que presenta como cabeza de cartel a uno de los conselleiros mejor valorados en el bipartito, Fernando Blanco, logra frenar la caída de la organización frentista, que pasó de recabar el 19,35% del apoyo en 2001 a tan sólo un 14,67% en los comicios de 2005.

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