Reportaje:Talentos

300 'retales' de música

El pinchadiscos Girl Talk convierte sus sesiones en un 'collage' en el que caben desde Elton John a AC/DC

No le gusta que lo releguen a la cabina del disc jockey. Por eso nunca actúa en discotecas. A Gregg Gillis, de aire neohippie, ojos enormes y conocido musicalmente como Girl Talk, lo que le pierde son los escenarios. Y pese a que a este chaval de Pittsburgh (Chicago) de 25 años se le conoce precisamente por su capacidad para desnudarse mientras mezcla sonidos de no más de 30 segundos en su computadora, él insiste en que su trabajo frente a los platos digitales es más parecido al de una banda de rock que al de un dj al estilo clásico. Y sus conciertos no dejan dudas ...

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No le gusta que lo releguen a la cabina del disc jockey. Por eso nunca actúa en discotecas. A Gregg Gillis, de aire neohippie, ojos enormes y conocido musicalmente como Girl Talk, lo que le pierde son los escenarios. Y pese a que a este chaval de Pittsburgh (Chicago) de 25 años se le conoce precisamente por su capacidad para desnudarse mientras mezcla sonidos de no más de 30 segundos en su computadora, él insiste en que su trabajo frente a los platos digitales es más parecido al de una banda de rock que al de un dj al estilo clásico. Y sus conciertos no dejan dudas sobre sus aspiraciones: en una actuación reciente en un festival en Nueva Jersey donde no cabía un alfiler, unas cincuenta personas abarrotaron el escenario y bailaron enloquecidas junto a él al ritmo de su música, "sexual, hedonista y excesiva". "Si te limitas a pinchar desapareces. Yo quiero que una sesión mía sea como la actuación de un grupo, que tenga una carga teatral, por eso invito a mis amigos a subirse al escenario, o a la gente del público. Yo soy como una banda". Su banda tiene este mes tres citas con entradas agotadas en Nueva York y una gira interminable por el país.

Desde 2007 iTunes no distribuye sus discos por no pagar derechos de autor

Pero las bandas componen música original. Girl Talk no. ¿O sí? En su último disco, Feed the animals, hay más de 300 retales de temas de otros tantos artistas. Con sus canciones construye "collages únicos" en los que convergen estrepitosamente bien nombres tan dispares como Depeche Mode y Jaz Z, AC/DC y Elton John. ¿Permisos? Ninguno. Dice ampararse en el llamado derecho de fair use, un concepto que él califica de "muy subjetivo" y que permite a los estadounidenses utilizar obras de otros sin pagar copyright. Es una excepción a la regla que flota en un terreno grisáceo en el que se refugian cada vez más creadores. Se aplica, sobre todo, cuando se reproduce una parte muy corta del clip.

A Girl Talk, de momento, nadie le ha sentado en el banquillo de los acusados pero para distribuidores como iTunes, su decisión de ahorrarse miles de dólares evitando pagar derechos de autor es demasiado audaz, así que desde 2007 esa empresa no distribuye sus discos. Ahora su música se ofrece sólo a través de la web illegalart.net. Su propietario, un cruzado anónimo que vende todo producto nacido del fair use, sostiene que pagar derechos de autor está matando la creatividad. "Hoy el concepto de originalidad es muy confuso. La única manera de saber si entras en la categoría de fair use depende de que te denuncien o no. Mi música debería ser legal y venderse sin miedo", afirma Girl Talk.

Como ingeniero biomédico que se decantó por los ordenadores y la música, es un producto inequívoco del siglo XXI y como tal, ve el presente y el futuro de forma muy diferente a la industria: "Hoy comprar música es como sacarte el carné de fan de una banda, es una declaración de principios. Las discográficas van a morir. Los CD van a desaparecer. Y la música perderá su soporte físico. Me encanta ese futuro".

Gregg Gillis, conocido musicalmente como Girl Talk.

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