Crítica:TEATRO

El teatro es lo que era

El estreno de Joan Lluís Bozzo como autor teatral, que no como dramaturgo, viene a ser una especie de farsa cómica sobre la propia gente del teatro, que algo debe a la picaresca y a las fábulas morales de Molière, de la que se hace participar sin pegas a los espectadores. Una pareja de avispados actores de ciudad llega a un pueblecito de montaña, donde él está encargado de leer el pregón de las fiestas, y allí enredan al regidor de la cosa, un infeliz enamorado del teatro, al que le sacarán todo el jugo posible, que es bastante. Entre medio, se dejarán ver las miserias personales y profesional...

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El estreno de Joan Lluís Bozzo como autor teatral, que no como dramaturgo, viene a ser una especie de farsa cómica sobre la propia gente del teatro, que algo debe a la picaresca y a las fábulas morales de Molière, de la que se hace participar sin pegas a los espectadores. Una pareja de avispados actores de ciudad llega a un pueblecito de montaña, donde él está encargado de leer el pregón de las fiestas, y allí enredan al regidor de la cosa, un infeliz enamorado del teatro, al que le sacarán todo el jugo posible, que es bastante. Entre medio, se dejarán ver las miserias personales y profesionales de la pareja en cuestión, así como del teatro en general, sin renunciar del todo a las bromas autoreferenciales.

Còmica vida

De Joan Lluís Bozzo, por Dagoll Dagom. Teatre Micalet. Valencia.

Teatro dentro del teatro, por supuesto, como no podía ser de otra manera, que refleja una cierta dosis de amargura y mucho sarcasmo detrás de su aparente ligereza, y que acabará en tragedia porque el engañado se toma cumplida venganza del expolio al que lo someten. En realidad, se trata de una sólo en apariencia festiva reflexión sobre la impostura, no sólo dada porque los personajes se dediquen al teatro, sino también porque flota en todo el espectáculo la pregunta acerca de lo que esta gente ha hecho de sus vidas. Por lo demás, Pep Cruz brilla más como actor de muchos recursos, casi siempre fáciles, que como director; la Olivé convence en su papel de actriz semifracasada y Jordi Coromina cumple con su función de bon xicot de poble engañado por unos miserables de ciudad. Una fábula moral que acaba en tragedia. Pero en teatro, ya se sabe, rara vez la sangre llega hasta el río. Es más frecuente lo contrario.

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