Reportaje:

La tristeza de Contador

El regreso de Armstrong al Astana abre una brecha entre el ganador del Tour y su director

En ciclismo, igual que en fútbol, las declaraciones amorosas hacia una camiseta, un escudo, un emblema publicitario o una empresa que paga los sueldos suelen ser tan abundantes como exageradas y alejadas de la realidad, alimento para argumentos de cínicos, como poco tiempo después, cuando toca hablar de cosas serias, de dinero, claro, suele comprobarse. Por ejemplo, al mismo tiempo que declaraba en el Tour que su equipo, el CSC, era una familia y que no importaba quién ganara sino que ganara uno del equipo, Carlos Sastre perfeccionaba su plan para evitar las traiciones de los hermanos Schleck ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En ciclismo, igual que en fútbol, las declaraciones amorosas hacia una camiseta, un escudo, un emblema publicitario o una empresa que paga los sueldos suelen ser tan abundantes como exageradas y alejadas de la realidad, alimento para argumentos de cínicos, como poco tiempo después, cuando toca hablar de cosas serias, de dinero, claro, suele comprobarse. Por ejemplo, al mismo tiempo que declaraba en el Tour que su equipo, el CSC, era una familia y que no importaba quién ganara sino que ganara uno del equipo, Carlos Sastre perfeccionaba su plan para evitar las traiciones de los hermanos Schleck y negociaba con un fabricante de bicis canadiense su contrato para el año 2009.

Sin embargo, la demostración de fidelidad de Alberto Contador hacia el Astana, el equipo de Johan Bruyneel, que lo fichó el verano de 2006, fue más allá de los gestos vacíos, del orgullo con que se señalaba el nombre de su sponsor en directo, escapado en la Vuelta a Mallorca, el día de febrero pasado en el que el Tour anunció que no le invitaba por estar en ese equipo. Y luego, aunque estaba de vacaciones, aceptó ir al Giro a última hora, condición indispensable para que su equipo pudiera participar. Y ganó el Giro. Y no corrió el Tour, su carrera. Y luego ganó la Vuelta. Y cuando se disponía a disfrutar de su temporada, Lance Armstrong se lo impidió. El anuncio del regreso del americano ha hecho trizas todo el esquema del Astana, ha hecho imposible la paz y la tranquilidad con la que Contador pensaba planear el asalto al Tour 2009. En su lugar, con infinita tristeza, comprobó cómo se abría una brecha de desconfianza entre él y Bruyneel. "Pero no creo que esta brecha sea definitiva", dijo.

Bruyneel sostiene que será la carretera la que decida quién es líder del equipo

En Varese, donde disputaba el Mundial, Contador fijó sus condiciones para resolver la crisis. "Yo tengo mis objetivos, el Tour, y no los voy a cambiar por nada ni por nadie", dijo. "Y quiero que en el equipo quede claro quién es el líder: porque para ir al Tour necesito que los ocho corredores que me acompañen sepan para qué tienen que trabajar. Y, conociendo y admirando a Lance, no creo que haya vuelto para ser mi gregario". Ayer, vía autoentrevista, le contestó Bruyneel de una manera que seguramente habrá ahondado las diferencias con un corredor que no tiene ninguna gana de cambiar de equipo -tiene contrato con Astana hasta 2010- pero que, por si acaso, ya ha preguntado al Caisse d'Épargne si es verdad que les interesa. En sus declaraciones, Bruyneel se erige en el hombre que ha creado a Contador, le aclara que será la carretera la que decida el líder, que el pasado no sirve, que Armstrong hará un gran bien al equipo y hasta le recuerda a Contador que podrían haber ganado la Vuelta perfectamente con su compañero Leipheimer.

Alberto Contador, con la maglia rosa del Giro.AP

Sobre la firma

Archivado En