Crónica:VUELTA 2008 | 20ª etapa

Tres veces grande

Contador defiende el 'maillot' oro en la contrarreloj de Navacerrada que ganó su compañero Leipheimer

No hubo disparo al aire, esa celebración que ya imitan los chiquillos sobre su bicicleta. Ese último disparo que buscaba Alberto Contador para ratificar su año inolvidable (Giro y Vuelta), su palmarés envidiable con las tres grandes en el talego para un muchacho de 25 años que ya ha sumado su nombre a los de Anquetil, Merckx, Gimondi o Hinault. No hubo disparo porque lo evitó su compañero Levi Leipheimer, un magnífico contrarrelojista (se ha llevado las dos de la Vuelta) que aventajó en 31 segundos a su jefe de filas tras un trabajo constante en los 10 kilómetros de falsos llanos iniciales y e...

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No hubo disparo al aire, esa celebración que ya imitan los chiquillos sobre su bicicleta. Ese último disparo que buscaba Alberto Contador para ratificar su año inolvidable (Giro y Vuelta), su palmarés envidiable con las tres grandes en el talego para un muchacho de 25 años que ya ha sumado su nombre a los de Anquetil, Merckx, Gimondi o Hinault. No hubo disparo porque lo evitó su compañero Levi Leipheimer, un magnífico contrarrelojista (se ha llevado las dos de la Vuelta) que aventajó en 31 segundos a su jefe de filas tras un trabajo constante en los 10 kilómetros de falsos llanos iniciales y en los siete de subida hasta la cima de Navacerrada.

Contador había entrenado por la mañana parte de la etapa. Seguido por el coche del Astana, llegó hasta la señal que anuncia el comienzo del puerto. Allí dio la vuelta. Leipheimer y Kloden bajaban de la cima, a la que sí llegaron en su reconocimiento. Contador se conoce el puerto de memoria y podría haber disputado la etapa con los ojos cerrados. Pero hay algo más. En las contrarreloj finales, impera la fuerza sobre la especialidad y el corazón, muchas veces, más que la cabeza.

Para el español era cuestión de honor y una deuda con un público que se volcó
Sastre solventó la batalla por llegar al podio con su habitual experiencia
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Leipheimer sabía que era imposible robarle 1m 17s a su jefe en una cronoescalada de 17 kilómetros. Pero la etapa era más que asequible. Para Contador era una cuestión de honor y de deuda con un público que se volcó en las laderas del puerto. Quería ganar la Vuelta a lo grande y su salida fue briosa, eléctrica, nerviosa, muy lejos de lo que había anunciado: tranquilidad en el llano y explosión en la subida. Quería ganar, ganar y ganar. En el primer punto intermedio (8 kilómetros), Leipheimer le aventajaba en 11 segundos. Esperanza. Faltaba la parte más dura, la suya. En el punto intermedio segundo (12 km), los 11 segundos se mantenía inamovibles. Desesperanza. Leiphmeimer iba a más y Contador a menos. En los últimos cinco kilómetros el estadounidense le endosó 20 segundos más. El duelo había concluido y el debate había comenzado: Contador aventaja en la general en 46 segundos a Leipheimer, justo la misma diferencia que el español saca al estadounidense. En bonificaciones, la Vuelta habría sido para Leipheimer, que ha obtenido en la carrera 12 segundos frente a los 58 de Contador. Las bonificaciones están al alcance de todos y premian el éxito. Si acaso sólo un pero: todos los triunfos bonifican a primer, segundo y tercero menos en las contrarreloj, donde no existen, precisamente las dos etapas que ha ganado Leipheimer. Pero el éxito ha sido para Contador, el mejor ciclista del mundo, convertido ya en el hombre a batir.

Había más batallas en Navacerrada. La del podio la solventó Sastre con su experiencia. Le amenazaba Mosquera, con un final de Vuelta explosivo, pero el ganador del Tour no dio oportunidad al gallego del Xacobeo. Otra, era la de Valverde y Rodríguez, líderes del Caisse d'Épargne, por escalar posiciones a costa de Robert Gesink, un holandés de 22 años del Rabobank que ha dejado magníficas sensaciones. Ambos lo consiguieron y serán quinto y sexto en Madrid.

Todo siguió el guión previsto. La carrera la ha ganado quien todos pensaban, las contarrreloj han sido para el mejor y los sprints se los han repartido los velocistas. Incluso Valverde falló un día, como estaba previsto. Pero acertó en su primera rueda de prensa en Granada: "Las bonificaciones son más decisivas que los ataques", dijo. Lo han sido. Pero Contador sentenció la Vuelta en el Angliru, en el lugar más exigente, en el que selecciona a los campeones, con o sin bonificaciones. "Allí demostró que era el más grande", señaló Leipheimer.

Contador no tuvo buenas sensaciones en la contrarreloj. "Me iba dando cuenta de que yo no iba muy bien y que mi compañero estaba muy fuerte". Incluso no negó que en algún momento se le pasó por la cabeza el miedo a perder la carrera. "Pero eso es lo que te hace disfrutar del éxito con más intensidad", aseguró.

Contador ya es leyenda. Una leyenda de 25 años. el ganador más joven del Tour. Demasiadas sensaciones. Las que no tenía en las cuestas de Navacerrada, las tiene asumidas en su interior. "Ahora sólo pienso en disfrutar. Lo que está claro es que las tres carreras que se adaptan a mis características ya las he ganado". Sencillamente.

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