Reportaje:CHINA IRRUMPE EN LA MODA

De Mao a las pasarelas

En los ochenta, nadie sabía en China de lujos ni de diseño. Hoy cuenta con iconos como Guo Pei

Cruzar el umbral del estudio de la diseñadora de moda china Guo Pei es como entrar en una escena de la película La bella y la bestia de Jean Cocteau. En el edificio de tres plantas, situado en una fría zona industrial de las afueras de Pekín, no hay candelabros con brazos humanos como en el famoso filme del cineasta francés. Pero la cabeza y la piel de una leona, extendidas en el vestíbulo, advierten rápidamente al visitante de que no está en un sitio cualquiera. Un aire de romanticismo impresionista flota en las salas, donde se alinean, como elegantes fantasmas, las que esta mujer de 4...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Cruzar el umbral del estudio de la diseñadora de moda china Guo Pei es como entrar en una escena de la película La bella y la bestia de Jean Cocteau. En el edificio de tres plantas, situado en una fría zona industrial de las afueras de Pekín, no hay candelabros con brazos humanos como en el famoso filme del cineasta francés. Pero la cabeza y la piel de una leona, extendidas en el vestíbulo, advierten rápidamente al visitante de que no está en un sitio cualquiera. Un aire de romanticismo impresionista flota en las salas, donde se alinean, como elegantes fantasmas, las que esta mujer de 41 años y cara de niña llama sus "creaciones artísticas". La escalera flamígera, que conduce al segundo piso, y el suelo de mármol rojo con vetas blancas refuerzan la atmósfera de cuento de hadas.

Guo nació en plena Revolución Cultural. Ahora diseña trajes olímpicos y planea saltar a Italia o Francia

Guo Pei llega envuelta en un vestido plisado de color amarillo intenso, que desciende desde unos hombros torneados hasta rozar las rodillas. El pelo, organizado en desorden en torno a un rostro risueño; las uñas de manos y pies, decoradas con puntitos blancos. "Quizá fui sastre en mi vida anterior, porque creo que nací en este mundo para diseñar ropa. Cuando era pequeña, me instalaba en la máquina de coser y cambiaba de talla los vestidos para mis hermanas menores", dice.

Guo es una de las principales diseñadoras chinas, un injerto de la ambición que tuvo desde muy pequeña por convertirse en una dama de la alta costura con el empeño del Gobierno de Pekín por contar con una decena de grandes marcas internacionales en el sector.

Su clientela así lo atestigua. Y ella enumera: "Actrices como Zhang Ziyi y Fan Bingbing, presentadoras de televisión como Yang Lan, acaudalados hombres de negocios y sus mujeres, la esposa del primer ministro Wen Jiabao, y el presidente de la nación y su mujer".

El palmarés es abultado. De ahí, el lujo casi imperial y recargado que se respira en las habitaciones que sirven de probadores, a las que se accede descalzo. Rojo, dorado, beis, azul, marfil, seda. Los colores y tejidos se suceden por todos los rincones.

En una sala, decenas de jóvenes dibujan patrones, cosen y bordan en silencio. Un artesano fabrica zapatos a medida, una chica ensarta abalorios. En un perchero cuelgan varios qipao (el elegante vestido tradicional chino, de cuello redondo) de color blanco jade.

La carrera de Guo Pei -que ha diseñado y fabricado 280 de los 340 qipao utilizados por las azafatas encargadas de entregar las medallas en los Juegos Olímpicos- corre paralela a la de la China reciente. Nació en Pekín en 1967, en plena Revolución Cultural (1966-1976), el movimiento radical lanzado por Mao Zedong para reavivar el espíritu revolucionario y deshacerse de sus rivales políticos.

En 1978, dos años después de la muerte del Gran Timonel, Deng Xiaoping, su sucesor, puso en marcha el proceso de apertura y reforma, que embarcó al país en una transformación sin igual en la historia de la humanidad. Fue en esa época, en 1982, con el cambio apenas iniciado, cuando Guo se graduó en diseño en la Universidad en Pekín. "En los años ochenta, la gente no sabía en China lo que era el estilo. Todo el mundo vestía de negro, gris, verde o azul. Lo que importaba era la función. Se decía que la ropa era buena si era cómoda. Mis profesores no sabían diseño; sólo me enseñaron a dibujar".

En estas tres décadas, la economía china ha crecido a una media del 9,7% anual, cientos de millones de personas han salido de la pobreza y muchos miles se han hecho ricas. A cambio, se han producido una tremenda brecha social y graves problemas medioambientales y de corrupción. Estos nuevos ricos y la poderosa clase política son los clientes de una nueva generación de creadores independientes, como Guo, que, con el apoyo del Gobierno, han desarrollado marcas de lujo y una alta costura esencialmente chinas, aunque con fuerte influencia extranjera. "En mis vestidos, se puede ver la mezcla de culturas, pero la inspiración me viene del interior. El mundo se ha hecho más pequeño, las fronteras se han roto. Pero empleo mi propio lenguaje para expresar lo que me gusta".

Guo, de padre militar, casada y con dos hijas, emplea a 230 personas, y cada año produce entre 40 y 50 ejemplares de lo que llama los modelos de "expresión artística", y unos 1.500 de diseños normales para clientes. Sus precios oscilan entre 7.000 yuanes (706 euros), para los más baratos; 150.000 yuanes (15.140 euros), para los de alta costura, y varios millones de yuanes para "las piezas de arte", que normalmente no vende.

Guo Pei define su estilo como "femenino, lujoso y artístico". Y su personalidad, como "perfeccionista". Por ello, asegura que aún no está preparada para saltar a las pasarelas de Italia o Francia, aunque cree que las compañías chinas no tardarán más de tres o cuatro años en hacerlo. "He tenido ofertas para acudir a Milán, pero decliné porque pensé que aún me faltaba algo. Quiero que mi primera muestra sea perfecta. Y lo haré con mi propio estilo. Busco expresar ideas de la cultura nacional y la tradición china en la moda de lujo".

Archivado En