Necrológica:

Vicente Marco, el sonido inconfundible del domingo

Fundó el programa 'Carrusel deportivo', de la cadena SER

Hace ya no sé cuántos goles empezaba Carrusel a vaciar de siesta los domingos. Una voz limpia, seria, cariñosa, vibrante, cálida y hermosa -la de Vicente Marco, que ayer se apagó a los 92 años- convertía el fútbol en radio y la radio en fútbol, situando el sonido del deporte a la misma altura de las lágrimas de Ama Rosa, la fantasía de las cabalgatas fin de semana, la histeria controlada del Gran musical, las peripecias de Diego Valor, la elegancia verbal de los teatros del aire, las historias vivas de Matilde, Perico y Periquín, y las veleidades de una melodía misteriosa o un re...

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Hace ya no sé cuántos goles empezaba Carrusel a vaciar de siesta los domingos. Una voz limpia, seria, cariñosa, vibrante, cálida y hermosa -la de Vicente Marco, que ayer se apagó a los 92 años- convertía el fútbol en radio y la radio en fútbol, situando el sonido del deporte a la misma altura de las lágrimas de Ama Rosa, la fantasía de las cabalgatas fin de semana, la histeria controlada del Gran musical, las peripecias de Diego Valor, la elegancia verbal de los teatros del aire, las historias vivas de Matilde, Perico y Periquín, y las veleidades de una melodía misteriosa o un retazo caliente de discomanía.

Allí estaba aquel Vicente pacífico y genial escenificando cada domingo el milagro de los campos y los goles. Junto a él, la enorme capacidad de Joaquín Prat para vender incluso los silencios. Un penalti en San Mamés enlazaba con una boquilla Targard, un gol en Chamartín despertaba el sabor de un coñac centenario y la voz de los estadios agitaba una copa de anís Castellana en los labios de Juan de Toro. Así comenzaba el sonido inconfundible, así comenzaba Carrusel, el de los goles, el de la emoción, el del espectáculo, el de siempre, el clásico, el único, el veterano, el de la cadena SER. Hoy, nosotros, con Paco González al frente, seguimos intentando acercarnos cada fin de semana a aquellos espectaculares niveles de credibilidad y audiencia que hicieron de Carrusel, de aquel Carrusel, de su Carrusel, sintonía obligada del fin de semana, escuela de micrófonos nuevos y fábrica de premios Ondas.

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Hace algunos años, se nos iba Joaquín Prat y, con él, parte del alma de aquella idea. Ahora, se nos va Vicente Marco sin avisar, sin molestar, como se va para siempre la gente buena, la buena gente. Es como si, de pronto, este agosto de calores y crisis se nos hubiera quedado sin alma, precisamente un sábado, cuando los herederos de aquel milagro radiofónico convertimos en nostalgia las arenas de la playa, cambiamos bañador por micrófono y nos disponemos a vivir el primer carrusel de la temporada, el primer Carrusel sin Vicente Marco al otro lado del cariño y del respeto. A partir de hoy, nada volverá a ser igual y su recuerdo cantará en cada gol durante mucho tiempo.

Es difícil olvidar a alguien como Vicente Marco, el amigo Vicente de tantos años, que una tarde me llamó para darme su bendición y el permiso indefinido para quedarme con algo que era suyo, nada más y nada menos que el sonido inconfundible de la tarde del domingo.

Vicente Marco, cuando era director de Carrusel deportivo.

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